Por Sandyluz.
Debo confesar que estuve procrastinando, en relación con mi deber de escribir mi siguiente recomendación fílmica o literaria. Vi «Lady Bird» (con Saoirse Ronan), pero no le hallé mayor sustancia como para elaborar toda una nota. Lo considero un filme bien logrado, pero no extraordinario. ¿Su debilidad? La ligereza con que desarrolla a sus personajes y conflictos, situándolos en ese tono, tan superficial como ameno, del típico melodrama adolescente. Honestamente, hubiéramos agradecido a su directora (Greta Gerwig) el poner a dichos personajes realmente de cabeza, a la hora de vivir y transpirar su conflicto, sobretodo a su protagonista. Y a propósito de ella, sí Saoirse Ronan, me encuentro con que también participó, como personaje secundario, en una artística y propositiva película: «Loving Vincent«, de la cual hay varias cosas qué analizar objetivamente, punto y aparte de mis preferencias inapelables, hacia este incomprendido y homenajeado pintor; claro, me refiero a Vincent Van Gogh.
Quien ya ha tenido ocasión de leerme, comprenderá que no estoy muy de acuerdo con que «Coco» le quitara a «Loving Vincent» su Oscar a «Mejor película animada». Sinceramente, hay un trabajo artístico único, preciosista e “impresionable” (aludiendo adrede al Impresionismo: corriente artística, que imperaba en tiempos de Van Gogh, y que, él mismo trasgredió, con su peculiar estilo pictórico), en esta cinta. Este es ese filme magnífico y pionero, en cuanto a diseño visual: ¡nunca habías visto, ni verás nada similar! Todo él es una pintura «Van Goghísta» en movimiento; e incluso, algunas de las pinturas originales, aparecen insertas, como paisaje o contexto. ¡Su hechura es una verdadera obra de arte!
Por otro lado, el relato. Algo que me cautivó de este filme es el sólido tono policiaco, al narrar los últimos días de Vicent Van Gogh. Es, tan propositivo como atractivo, el plantear una antítesis, hacia ese tema del supuesto suicidio del pintor. Al inicio de la historia, so pretexto, las cartas que Vincent compartía con su hermano Theo, el hijo del cartero, Armand Roulin, es encomendado a llevar una última carta a su destino; empieza a involucrarse y a hacer las averiguaciones correspondientes: ¿en verdad Vincent pudo haberse quitado la vida? La propuesta narrativa es arriesgada, pero viable. Finalmente, estamos ante un personaje legendario, y, las varias hipótesis de su final jamás serán del todo descabelladas. En el fondo de la trama, subyace la reflexión honda hacia la incomprensión que sufrió Van Gogh, por su manera de concebir el arte; ante su melancólica, solitaria y peculiar forma de ser; ante su manera de ser tan pelirrojo, como desencajado social. Este filme pone, sobre la mesa, el tema de acoso o bullying que experimentó el pintor, en vida. Muchas presiones sociales, para que sus cuadros siguieran un estilo más próximo al estilo impresionista, tan comercial y bien aceptado en su época; en contraste, su pincelada nerviosa, emplastada y matizada, con esos colores primarios espesos y focalizados, casi agresivos, tremendamente expresivos y emocionales; así veía él las cosas… Por eso, no podía pintar de otro modo; por eso, vendió solamente un cuadro, estando con vida.
Ya hablando de los personajes, considero que este filme le rinde respetuoso y justo homenaje a un hombre introspectivo, divergente e inadaptado social; a un artista con una legítima visión del mundo. A través de las entrevistas de Armand Roulin (el cartero), se revela qué pensaban de Vincent varias de las personas que convivieron con él, en sus últimos días –de ahí que resulte un acierto que el filme se refiera al pintor de manera intimista y personal: simplemente Vincent–. Los testimonios son cruciales, para develar a un Vincent tridimensional, conflictuado, sumamente arrebatado y pasional, en cuanto a pensamiento, actuación y expresión. Aquí cobran vida varios de sus cuadros, que son retratos reales de personajes, que otrora llamaron su atención: su hermano Theo, el doctor Gachet, la hija del doctor (Marguerite Gachet: Saoirse Ronan), la gentil posadera, el balsero, el gendarme, el teniente, la prostituta a quien obsequió su oreja; todos ellos, hablando del lado humano, gentil, pasional y hasta bondadoso, de un Vincent Van Gogh, de aquella charla cotidiana, casual, vivencial, cuando hubieron coincidido con él. Como síntesis de los acontecimientos que devinieron en su muerte, la hipótesis tras el telón: es posible que el grupo de chicos del barrio, quienes los hostilizaban constantemente, hallan contribuido con su muerte; es posible que el personaje bufonesco, con pistola nueva, le hiciera una mala broma, hiriéndolo de muerte; es posible que Vincent, agotado de ser el señalado del pueblo, por sus excentricidades, finalmente se rindiera y soltara la brocha.
Realmente, «Loving Vincent» ofrece un espectacular retrato en movimiento de los actantes y acciones del contexto del sensible e incomprendido pintor. La virtud de este filme es su esteticidad: el cómo nos muestra la historia en movimiento; el tridimensionalizar los cuadros, personajes, y en general, los eventos y la vida del pintor. Realmente este filme es visual, y narrativamente, un digno homenaje, para quienes gustamos de la magia estilística de Vincent Van Gogh; para quienes creemos que debió ser un ser humano excepcional y «cocido en molde a parte», debido a su visión atormentada del mundo. Así, nos quedamos con este filme, con sus cuadros y con algunas de sus máximas por siempre: «¿Qué sería de la vida, si no tuviéramos el valor de intentar algo nuevo?» (Vincent Van Gogh).
Fuente: Kobiela, Doreta y Hugh Welchman. «Loving Vincent». EE.UU: Breakthru Films and Trademark Films, 2017.
Sandyluz. “Detrás de la pluma…” Egresada del Tecnológico de Monterrey Campus Toluca, de la carrera de Ciencias de la Comunicación. Completó estudios de Creación Literaria en la Escuela de Escritores del Estado de México (SOGEM). También terminó una maestría en Estudios Humanísticos con especialidad en Literatura, en el Tecnológico de Monterrey. En un plano más relajado, es aficionada a los libros y a la escritura desde corta edad; ha escrito de manera informal cuentos y poesías; con uno de sus primeros cuentos ganó un concurso local del cual obtuvo su primer retribución económica y profesional, siendo ello un significativo incentivo para seguir escribiendo. La Literatura ha sido una válvula de escape para no enfermar de realidad. La fantasía reanima el fulgor de los sueños que soñamos dormidos y que soñamos despiertos…
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