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Bersuit Vergarabat en El Plaza: ¡»30 años de la cabeza»!

Texto por Eduardo Meléndez.
Fotos por Jesús Ortega.

«30 años de la cabeza», silbidos a modo de porra, aplausos coordinados con gritos al unísono de «Bersuit»; sí, no hay nadie más que pueda portar ese nombre y el llamado estaba haciéndose resonar en uno de los mejores inmuebles de esta capital, El Plaza Condesa.

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Sin más, sin correr, apreciando la imagen que el público les regalaba, así entró la Bersuit Vergarabat al escenario; sin más espera arrancó este conjunto de pijamas andantes, no hay forma de no identificar su sonido tan característico que viene empapado de acidez y ritmo, ése que te llama a saltar y gritar, pero que también es multifacético y rico; después de tantos años no se pierde el sabor de su música.

Daniel es el primero en hablar y compartir que, «no se pueden cumplir 30 años si no se viene a México», «no se puede estar ’30 años de la cabeza’ si no estás en México»; ambas frases como un aviso de lo que se vislumbraba trataría su show.

Ellos permiten que te unas sin problemas, para los románticos también hay lugar, en el cuarto escalafón de su set suena «Cuatro vientos», agradecen que Surfistas del Sistema hayan estado con su público como banda invitada; así recuerdan cómo naceesta locura, como una banda de amigos que ganó un concurso y hoy por hoy, después de tanto, están listos para continuar. Sin más dejaron que la «Negra murguera» se adueñara de este sitio, para después regalarnos «Hijos del culo» y que conste ésta no es irreverencia mía, por aquello de que aún no conozcan a estos argentinos.

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Si lo anterior es cierto, les invito a que se den una vuelta a través de los 13 discos de estudio de los porteños; sumen a esa historia un mensaje más, ya que la Bersuit cuenta con 30 años de carrera, desde que vienen a México son 20 y no hay manera de que dejen de hacerlo; agradecen a su gente: «ustedes hacen ésto posible».

Sonó «Toco y me voy» -con dedicatoria incluida para su compatriota Formica, un futbolista y gran amigo-, tema que se disfrutó en ese vaivén que generan entre lo ácido, lo lindo y lo suave; pero hay algo que nunca se podrá apagar en ellos, es una crítica, una rabia con sabor a tango, te «muerde la yugular», no solo revienta de la nada, se salta y se grita a punto de explotar: en este momento se sabía que todo se pondría aún mejor con «Perro amor explota».

El más porteño de todos Alberto, siendo un «porteño de ley», se hace con el micrófono y le ruge y le canta y le cantan; quizá sin darnos cuenta todo se encendió muy pronto y no había cómo apagarlo.

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Con todo lo que tienen para dar se van con «Vuelos», directa y profunda no hay momento que no se acompañe en coros, la gente ya hecha mar agita los brazos alentando para que ésto no pare; ya pasada la hora y cuarto ese mar sólo estaba «Esperando el impacto».

Así Carlitos se baja de la batería, el hombre orquesta toma su lugar y a tres voces entonan «No vengan», porque es cierto, no queremos armas en casa, nadie las quiere; en ese grito se pide que sea así y ojalá que «El viejo de arriba» no dé mucha lata, así, «¡cachaca que dure, cachaca que dure!».

Sin medir el tiempo éste se nos fue consumiendo, pero en este columpio no se sentía cuándo acabaría; y en un recuerdo más, no puede faltar «la canción que nos trajo acá a México», pero que esta vez se entona distinto: casi la alineación completa al frente y en tono de coro Cóndor y Daniel, desgarran con palabras al «Sr. Cobranza», una canción convertida en himno a todo lo doloso hecho por los malos gobiernos, el vivir y el malestar porque «en la selva se escuchan tiros»; éstos son «los gritos del latino», llaman a votar de forma responsable porque son conscientes de lo que sucede en nuestro país, son conscientes de que «tienen el poder y lo van a perder».

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Y sin cortar el ritmo llegó «Yo tomo» «para no enamorarme»; el show estaba convertido en éxtasis para la gente que se dio cita para ver a esta fiesta andante que «se viene»; seguía explotando, seguían intentando sintetizar 30 años lo más posible para hacer de esto algo inolvidable, así se hizo «La bolsa».

Un último regreso, dos canciones más, que se haga, pero regresaron para decir «Me voy», el baile volvió y aunque se sabía cercano el final con ya dos horas más que cumplidas, no se podían ir sin antes hacer algo muy espiritual con todos los presentes; no se podían ir de este país al que quieren tanto sin antes hacer «Un pacto» para vivir.

Apreciar todo lo que hay en la Bersuit Vergarabat es algo que a primera vista se deja ver, lo han hecho durante 30 años, los que están, los que se fueron, los que vendrán; lo importante el pasado 22 de abril era disfrutarlos, disfrutar del acordeón o los teclados de Juan Subirá, las percusiones de Carlos Enrique Martín, el bajo de Pepe Céspedes, las guitarras y solos de Alberto Verenzuela, las potentes voces de Germán «Cóndor» Sbarbati y Daniel Suárez; los coros que la misma banda hace en general, las distintas aristas cuando alguien diferente canta otra canción, porque sí, en esta banda cantan todos.

Bersuit Vergarabat celebrando 30 años en El Plaza - 49

Y si no fuiste y te preguntas cómo es posible que no haya sonado «Mi caramelo», eso te pasa por no ir, ¡es obvio que sonó!, bueno, se cantó, de hecho, yo diría que en realidad fue como un abrazo que cerró esta gran celebración gracias a «Don Leopardo» en un ya lejano 1996.

Faltaron canciones, baile, pero después de un show que duró dos horas y quince aproximadamente, no hay deuda, solo nos quedamos a la espera de que vuelvan: será éste mismo año en octubre.

 

 

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