Por Asfaltos.
Ahora que todo es el Mundial Rusia 2018, se me antojaba desde hace mucho platicarles de una serie de cuatro episodios de televisión dedicados al presidente ruso Vladimir Putin. Putin, recientemente electo por tercera vez como presidente de la Federación Rusa, es indudablemente uno de los personajes más polémicos a nivel mundial. Actualmente, disfrutando del hecho de que su país se expone a nivel mundial con la organización del torneo de fútbol más importante del mundo, bien valdría la pena acercarse un poco a su figura y conocerle.
Lo primero que se nos presenta en la cabeza, al momento de pensar en Putin, son los calificativos de autoritario que medios y otros líderes del mundo le han colocado. No, no se ocultan de ninguna manera los actos reprobables que el gobierno del presidente ruso ha implementado en su país para un mayor control de éste; sin embargo, y justo como el director de cine ganador del Oscar Oliver Stone nos presenta, siempre hay una forma distinta de ver a alguien como Putin.
«The Putin Interviews», que vio la luz en junio del año pasado, cuenta con 4 episodios de cerca de una hora de duración en los que Oliver Stone nos acerca con uno de los personajes más polémicos de la actualidad mundial, pero también -y sin duda- uno de los que menos conocemos. «La cuestión no está en tener mucho poder», confiesa Vladimir frente a la cámara de Stone, «la cuestión está en usar el poder que tienes de la manera correcta».
Criticado en su país por no haberse afilado los dientes antes sentarse junto a Putin, Oliver Stone defendió a muerte lo que para él era un ejercicio necesario. Y es que no es que Stone dejara afuera temas sensibles como la persecución a quienes opinan distinto al presidente, a quienes luchan por la libertad de ejercer su sexualidad sin ser castigados por ellos, y sí, desde luego, la supuesta interferencia rusa en las elecciones presidenciales más recientes en los Estados Unidos de América.
En una entrevista otorgada para el humorista político Stephen Colbert, Stone se notaba arrinconado y humillado frente a un público que celebrara que Colbert le pusiera en ridículo. «¿Acaso te ha robado a tu perro y lo tiene en una jaula?», le lanza groseramente Colbert a un Stone que intenta sin mucho éxito presentar el corazón del resultado de más de 20 horas de metraje. Stephen Colbert, aquel celebrado humorista que también aplaudí en su momento, deseaba con tanto esmero que Stone cumpliera con la política oficial. Colbert ni siquiera había visto las entrevistas; no sabía ni de lo que hablaba.
Pra el ganador en cuatro ocasiones del Oscar -«Mejor guión» por «El expreso de medianoche»; «Mejor director» por «Platoon»; y «Mejor director» y «Mejor película» por «Nacido el 4 de julio»-, el haberse sentado frente a Vladimir Putin no significaba morderlo violentamente; sino mas bien presentarlo desde otra perspectiva. Cómodo, en el lugar donde labora y también donde se divierte -uno de los mejores segmentos se realiza en un estadio de hockey-, Vladimir Putin aprovecha también para hablarle a todo el público occidental que le abre la oportunidad de estar sentado frente a Stone. Se trata, como en cualquier entrevista, de un ejercicio con dos objetivos: el del entrevistado y el del entrevistador.
Acá, si bien no diré que no importan las palabras, lo que sí he de destacar es que lo que valen muchísimo son los detalles visuales. Las expresiones, el movimiento de las manos, el tono de la voz. Cuando escuchamos a Vladimir Putin es inevitable no encontrar en él a un líder que genera simpatía, a un líder que tiene claros sus objetivo y también las decisiones que hay que tomar para llegar a ellos; por eso, para no perdernos en su discurso y enredarnos en la seducción de sus palabras, vale la pena poner la atención en todo lo que hay alrededor de él. Hay otra entrevista que se libra con expresiones físicas; una que se deja ver gracias a la tranquilidad con la que ambos personajes se encuentran.
En sus palabras entontramos ya entonces a un Putin que nos deja ver también distintas facetas. Lo encontramos empático cuando habla de su pasado en su natal Leningrado y donde pasó penurias en el seno familiar. También resulta imposible no darle razón cuando se justifica como un líder necesario para aun país que se encontraba sumido tras el desmembramiento de la URSS que no solo significó «libertad» para los países sojuzgados bajo el régimen comunista, sino también un desamparo total para una nación que debía reconstruirse. «Hay ciertos ciclos naturales, que los hombres también posiblemente tengan, pero menos manifiestos», declara Putin en otro momento; palabras que también, como otras más, dejan ver desde luego cosas tan nocivas como la misoginia, y hasta el autoritarismo; todo, por cierto, sin que Stone lo force de ninguna manera, lo que tiene aún más méritos.
Como pieza audivisual el trabajo es impecable, pues pese a las limitaciones sufridas, Oliver Stone logra cuatro horas con un gran ritmo que hacen a la serie además un trabajo muy entretenido. El haberse enfrentado a las limitaciones propias de robarle tanto tiempo a un personaje como Vladimir Putin, es ya también otro mérito. Stone ha sido un crítico con la política oficial de su país; aquí no presenta nada que resulte nocivo para sus connacionales, sino muy al contrario les podría servir. Para el mundo es también fundamental el resultado conseguido, sin que ésto -como cualquiera con inteligencia podría distinguir- signifique una loa a Putin.
Putin regala además quizá tres temas que darían mucho de qué hablar para personajes como Stephen Colbert, si tan solo en verdad estuvieran interesados en sumar y no solo a su imagen como celebridades. Estados Unidos violó una promesa de expandir a la OTAN, no ha cumplido con acabar con el tratado antimisiles de 1972, y ha apoyado a terroristas en Asia Central y en el Cáucaso. A pesar de lo anterior, Vladimir Putin se expresa de los estadounidenses como «sus amigos». Las reflexiones después de «The Putin Interviews» son muchas; por ello, el trabajo, es del mismo modo necesario.
¿Les interesa checar «The Putin Interviews»? Pueden hacerlo en línea, por una módica cantidad -aunque hay prueba grauita, eh-, a través del sitio de la productora y canal de televisión Showtime. Imperdibles, les digo.
Asfaltos. Sobrevivo en una ciudad junto a millones de personas. ¿Mexiqueño? Me enamoro rápido y olvido difícilmente. Amo la música, el cine, los cómics, las mujeres y -últimamente gracias a los servicios de streaming– las series también. Vivo la vida a través de letras y melodías. Músico frustrado. Me pueden encontrar escuchando U2, Radiohead y Coldplay; así como Grand Funk Railroad, Styx y Eric Burdon; Chetes, Jumbo y Siddhartha; y hasta Jesse & Joy, Silverio y Aleks Syntek. Batman y Star Wars mis pasiones; también el Cruz Azul, pero ya saben… subcampeonísimo. Sobreviviente y náufrago; ermitaño que odia la soledad.
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