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«Sin muertos no hay carnaval»: pasiones y traiciones en Guayaquil

Por Asfaltos.

En medio de la euforia por el balón con motivo de la Copa Mundial de la FIFA Rusia 2018, se nos presenta la oportunidad de hablar de todo lo demás que rodea a la afición al fútbol. Solo por poner un ejemplo, la particularidad de ser un evento que reúne a hombres y mujeres de todas las clases sociales, es sin duda un buen tema para discutir. Bien, pues eso, en parte, es lo que se nos presenta en la más reciente película del ecuatoriano Sebastián Cordero, «Sin muertos no hay carnaval».

Nos encontramos en las afueras de Guayaquil, Ecuador, donde en medio de un recorrido turístico una tragedia se sucede tan pronto como una bala es lanzada al aire. La bala acaba sí con una vida, pero a la vez detona una serie de acontecimientos que van entrelazados.

Un abogado negocia con un grupo de invasores de un predio para que finalmente se hagan de manera legal de esas tierras. Sin embargo, la confianza de muchos de éstos con quien lleva la negociación, no es absoluta. De hecho, hay mucha desconfianza con el abogado; el que puedan ser traicionados por éste es una ocpión que se mantiene latente, una que desde luego quieren evitar.

Uno de los habitantes de ese predio, un joven enamorado de una chica del mismo lugar, se rebela frente al autoritarismo presente. Pronto es amenazado y perseguido. La chica, conforme vemos la película, tiene una conexión en ambos espectros del conflicto.

En otro lado, pero en la misma Guayaquil, el presidente del equipo de fútbol local no solo lidia con el mal paso de sus jugadores, sino también por las incompetencia de su hijo y de su principal trabajador. El presidente, además, es el dueño del predio en disputa. Su trabajador es acusado de haber matado a un niño; ese cuya vida fue quitada al inicio de la película por esa bala lanzada al aire.

Con gran talento, manejando tiempos y espacios de gran manera, lo primero que Sebastián Cordero consigue con su película es mostrarnos la diversidad social presente en Guayaquil; diversidad, que como apunté al inicio de este texto, se reúne de forma excepcional en un mismo lugar como lo es el estadio de fútbol del equipo local. Ahí, donde suceden las pasiones a nivel de cancha, se dan también las decisiones desde lo más alto de la tribuna.

Como parte del elenco destacan Andrés Crespo Arosemena, quien además es co-guionista de la película; Daniel Adum Gilbert, Víctor Aráuz, y los mexicanos Erando González, Maya Zapata y Diego Cataño. Por cierto, los mexicanos además de ofrecer unas muy buenas actuaciones, muestran una gran labor en el acento local, lo que les ha ganado el reconocimiento de los ecuatorianos que les escuchan.

 

Una muy buena fotografía, música adecuadamente colocada, un muy buen manejo de la cámara y un ritmo que la vuelve trepidante de inicio a fin, son tan solo algunas de las otras características de «Sin muertos no hay carnaval» que bien la hacen destacar. Además, y como podría suponerse, la película se siente tan cercana para nosotros como mexicanos, que permite sin duda una reflexión posterior que bien vale la pena compartir.

«Sin muertos no hay carnaval» de Sebastián Cordero se proyecta actualmente en Cineteca Nacional, Le Cinéma IFAL y La Casa del Cine MX. Para más información de la película consulten Twitter y Facebook de su distribuidoroa Alfhaville.

Con imágenes cortesía de Cinetc…

 

 

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