La peor señora del mundo

Por Pam N.

La peor señora del mundo
Francisco Hinojosa
Fondo de Cultura Económica, México, 1992, 67 págs.

A propósito del día del niño y para festejar la mirada pueril que debería sobrevivir aún en la adultez, se recomienda este título ya clásico entre los niños y no tan niños.

La peor señora del mundo

Escribir para niños requiere de muchas cualidades. Se necesita entre otras, ser claro, honesto, entretenido, preciso; quizá más que cuando se escribe para un público adulto. La peor señora del mundo es así, además de fácil de comprender y aderezado con curiosas ilustraciones hechas por Rafael Barajas “el fisgón”.

Este libro valora en una justa dimensión la inteligencia del lector e incluso, tiene la capacidad de intrigar a un lector más experimentado, como lo es el adulto.

La peor señora siembra la curiosidad sobre qué va a suceder en una trama que parece siempre se resolverá mal para los que la rodean, y genera expectativa sobre cómo va actuar esta persona que parece encontrar placer en causar el mal a los demás, sus hijos incluidos. Lo antes descrito puede atrapar al lector y posibilita que después los niños se sientan atraídos a seguir leyendo no sólo este libro, sino otras historias del autor y también, ¿por qué no? generar la intención de conocer a más escritores.

La lectura se aprehende, como casi todo lo que implica una enseñanza, ejecutando la actividad, la cual en este caso, es simplemente leer. Con una historia breve e ingeniosa como ésta, que dicho sea de paso, es una de las creaciones más reconocidas del escritor dentro de la categoría dirigida al público infantil, se fomenta el amor por la lectura a la vez que dota a los pequeños de más campos dónde puede florecer su imaginación.

No toda la literatura para niños está protagonizada por superhéroes o princesas que son rescatadas por un príncipe azul, ni todos los libros están hechos con la intención de educarlos. La lectura puede ser implantada en las almas jóvenes como un espacio recreativo, lo cual logra La peor señora al ser ameno a la vez que no carece de un valioso trasfondo.

A veinte años de su primera edición y millones de libros vendidos, Hinojosa reafirma que un libro bien pensado puede ser atemporal y lograr conectar con el lector infantil y también con todo aquél que sea capaz de desempolvar sus ojos de niño y permitirse ser deleitado con un cuento como si fuera pequeño otra vez.