Por Asfaltos.
¡»Y ni me vengan con que tirando la basura en el bote voy a cambiar este país!», exclamaba entre furiosa y entristecida una compañera con la que hace 6 años compartí la cobertura de las elecciones presidenciales de 2012. El ambiente en ese momento estaba enrarecido. Yo mismo, sin llegar a ese extremo, me sentía entre sorprendido y decepcionado. Por convicción personal jamás le daría un voto al PRI. La historia me respalda. Sin embargo, a mis adentros, en ese momento pensé: «Te equivocas, con pequeñas acciones como esas es como realmente vamos a cambiar a este país».
Encuesta de salida (proyecciones en porcentaje) de @Mitofsky_group sobre elección presidencial: «@lopezobrador_ 43.0 a 49.0; @RicardoAnayaC 23.0 a 27.0; @JoseAMeadeK 22.0 a 26.0; @JaimeRdzNL 3.0 a 5.0″. #EleccionesMexico
— Reconoce MX (@reconocemx) 2 de julio de 2018
La jornada electoral de ayer fue sin duda alguna una de las más recordadas en los últimos años. Desde los meses de campañas electorales (de precampaña y hasta de intercampaña) se vivió un entusiasmo exacerbado que difícilmente nos hacía imaginarnos otro resultado que no fuera el del triunfo del favorito de la mayoría, Andrés Manuel López Obrador. De hecho, la sensación, más que nunca por ese entusiasmo boyante, era que de ser contrario el resultado los ánimos podían caldearse. Difícil que el gobierno se arriesgara a algún chanchullo. No lo hubo, y ya con eso, ganó México.
Los números reflejados por las encuestas desde hace meses, se confirmaban primero con las encuestas de salida y posteriormente con las tendencias marcadas por el Instituto Nacional Electoral. Antes que el INE el reconocimiento de la derrota de los dos principales rivales políticos de Andrés Manuel, Ricardo Anaya y José Antonio Meade, marcó lo que sería una noche larga para los ganadores. Sólo falta la formalidad de los resultados oficiales, el que López Obrador sea nombrado presidente electo. Pero eso sólo es una formalidad.
No les voy a fallar pic.twitter.com/ABtjyauaoR
— Andrés Manuel (@lopezobrador_) 2 de julio de 2018
La alegría con la que muchos se acostaron la noche del 1 de julio, inclusive quienes siguieron las acciones apenas entrada la madrugada del 2 de julio, continúa en las calles. El que el mandato de la mayoría de los electores -ahora sí la mayoría, pues los números tienden a terminar arriba del 50% de quienes salieron a las urnas- se haya cumplido, reitero que es desde ya un triunfo histórico. A pesar de que algunos ponen en duda que además se haya ganado «con el carro completo», las reglas son claras. La democracia funciona así, y si muchos lo decidieron de ese modo, es su derecho.
Ahora viene la etapa de transición. Cinco meses de preparación para dar comienzo a una nueva administración y aparentemente también a un nuevo modelo de gobierno. Las esperanzas de quienes votaron a favor de esta opción son muchos, las ilusiones de un cambio positivo están por los cielos. También, los temores de quienes no le dieron su voto a Andrés Manuel López Obrador, siguen en el aire. A esta historia le falta comenzar, y después de hacerlo le faltarán además 6 largos años de historia. Es muy pronto calificar lo que nos espera.
Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) https://t.co/uH45ogjqYh
— INE (@INEMexico) 2 de julio de 2018
Después de la extenuante jornada informativa, de seguir el pulso en distintos puntos, de sortear los rumores, de mantenerme con los ojos fijos en la historia verdadera que estaba sucediendo, volví por un momento a esa escena que recordé de hace 6 años. Hoy ha pasado ya la elección. La democracia ganó y el candidato de la mayoría se alzó con la victoria. Mientras esperamos el inicio de una nueva historia en el gobierno me pregunto: ¿pero y nosotros?
¡»Y ni me vengan con que tirando la basura en el bote voy a cambiar este país!», exclamaba entre furiosa y entristecida una compañera con la que hace 6 años compartí la cobertura de las elecciones presidenciales de 2012. El ambiente en ese momento estaba enrarecido. Yo mismo, sin llegar a ese extremo, me sentía entre sorprendido y decepcionado. Por convicción personal jamás le daría un voto al PRI. La historia me respalda. Sin embargo, a mis adentros, en ese momento pensé: «Te equivocas, con pequeñas acciones como esas es como realmente vamos a cambiar a este país».
Asfaltos. Sobrevivo en una ciudad junto a millones de personas. ¿Mexiqueño? Me enamoro rápido y olvido difícilmente. Amo la música, el cine, los cómics, las mujeres y -últimamente gracias a los servicios de streaming– las series también. Vivo la vida a través de letras y melodías. Músico frustrado. Me pueden encontrar escuchando U2, Radiohead y Coldplay; así como Grand Funk Railroad, Styx y Eric Burdon; Chetes, Jumbo y Siddhartha; y hasta Jesse & Joy, Silverio y Aleks Syntek. Batman y Star Wars mis pasiones; también el Cruz Azul, pero ya saben… subcampeonísimo. Sobreviviente y náufrago; ermitaño que odia la soledad.
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