Por Ligiaele.
Cuando me fue asignada la tarea de escribir acerca del tristísimo deceso de una de las personas que más admiro y que han aportado tanto a mi vida, lo primero que me vino a la mente fue la frase que encabeza este texto. Qué responsabilidad tan grande escribir acerca de Stan Lee, quien en conjunto con Steve Ditko y Jack Kirby crearon el maravillo universo Marvel; parte de la mitología de nuestros días, de donde surgieron personajes como Spider-Man, X-Men, Avengers, Ant-Man, The Fantastic Four y Doctor Strange, por mencionar algunos.
La filosofía que plasmó Lee en sus cómics es elegir ser héroe y no villano, también que los humanos a pesar de no ser perfectos no necesitan ser superhéroes para hacer lo correcto. Además en todos sus discursos y entrevistas siempre aconsejaba que se debe realizar lo que realmente se ama para no sentir pesar por un trabajo; por el contrario, divertirse con lo que se hace para no padecer el tedio y enfocarse así en lograr los sueños.
La industria cinematográfica es muy amplia, pero definitivamente la sección de superhéroes le debe mucho a Stan Lee por las increíbles historias que nos relató y que inclusive visualmente han sido un deleite; la escena de Quicksilver en «X-Men: Días del futuro pasado» no me canso de admirarla, o cualquiera de las historias del personaje arácnido que gusta de balancearse por los rascacielos de Nueva York. Además las participaciones (él no los consideraba cameos) de Stan en muchas de las películas de Marvel y en una que otra de DC -también en videojuegos, por cierto-, no serían lo mismo sin la increíble actitud y buen humor que le caracterizaban.
En lo personal, la actuación que más me gustó de él fue en la película «Mallrats» (1995) dirigida por Kevin Smith, en donde además de hablar de la relación de Peter Parker y Mary Jane, planteó la hipótesis de que Wonder Woman era la única mujer con la fortaleza suficiente capaz de engendrar un hijo del alienígena conocido como Superman.
Stan Lee se convirtió en el portavoz de los cómics, su sentido del humor marcó la diferencia y su marca personal en la línea editorial de Marvel convirtiéndose en un ícono. Su voz e imagen fueron el estandarte.
Más allá de ser esta nota un reconocimiento a sus aportaciones para la existencia de los cómics, es un agradecimiento por la inspiración de lo que su persona fue para muchos de nosotros: infantes, jóvenes o adultos con la responsabilidad moral de hacer un mundo mejor para la humanidad que lo habita.
Excelsior forever!
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