Por Sandyluz.
El tema que hoy quiero abordar, a partir del tamiz de la escritura de Cortázar, es el destino y sus paradojas… En su libro «Historias de cronopios y de famas», tiene por ahí un mini relato, que es encantadoramente breve y profundo. Voy a citarlo, para comentarlo después; al fin que estoy absolutamente segura de que con una sola leída no queda entendido; se titula “Historia”: “Un cronopio pequeñito buscaba la llave de la puerta de calle en la mesa de luz, la mesa de luz en el dormitorio, el dormitorio en la casa, la casa en la calle. Aquí se detenía el cronopio, pues para salir a la calle precisaba la llave de la puerta” (Cortázar, 2015: 147).
Esta sustancial minificción trabaja la estructura de “la serpiente que se muerde la cola”, pero también la propuesta narrativa de Rodari, concerniente a las cajas chinas. Resulta una delicia que el breve relato, de apenas tres líneas, quede trunco, pues no es posible ir más allá, en el recorrido del cronopio, dado que requiere la llave de la puerta que da a la calle (misma que buscaba desde un inicio). La llave maestra, el objeto extraviado, es, a la vez, punto de partida y final, mostrando, con astucia e ironía, que en nuestro quehacer mundano, nosotros mismos nos construimos nuestras veredas, constructos e impedimentos, a través de rutinas y horarios, de objetos anhelados, perdidos y hallados, o tal vez ya erradicados de nuestra existencia, una vez que cumplieron su misión. No es de extrañar que sea una llave, y precisamente una llave, el objeto que toma el protagonismo, como motor de los pasos que inspiran al cronopio despistado. Cortázar echa mano del poderoso simbolismo de una llave, como posibilidad de apertura o cerradura, inauguración o cierre de ciclos. Por otro lado, la idea de las cajas chinas (un objeto dentro de otro y dentro de otro, hasta llegar al epicentro del objeto más pequeño incluido) matiza la noción de intimidad-introversión versus público-extroversión: el recorrido del cronopio nos lleva, desde la puerta de la entrada de una casa (simbólicamente la mente), hasta el sitio más privado del hogar, el dormitorio, en donde se llega a un callejón literalmente sin salida; esto porque no se halla el objeto preciso para salir de allí. ¿Acaso con tan inocente relato Cortázar alude a ciertos terrores que nos acosan, cuando nos quedamos a solas y a oscuras en la intimidad de nuestro cuarto, donde sólo nos queda repasar nuestras vicisitudes emocionales? Me parece que, a manera de moraleja, Cortázar alude a las autorestricciones que nosotros mismos nos imponemos, mediante rutinas habituales, en donde, al cambiar el acomodo de algo ya no sabemos qué hacer, quedándonos atrapados, sin historia qué contar, y a expensas del nuevo comienzo improvisado: la aterradora página en blanco.
En afinidad, tiene Cortázar por ahí otra minificción que se titula “Las líneas de la mano”, en donde también, empleando la estructura de cajas chinas, teje el rumbo y destino de una línea recta cualquiera, desde que escapa de formar parte del perímetro de una mesa, hasta andar y llegar a la palma de una mano derecha (poderosa alusión a la quiromancia: procedimiento adivinatorio, que consiste en leer las líneas de la mano, para predecir el futuro de su portador). En esta breve historia, se tiene la noción de la libertad de una línea, para dibujar cualquier contorno y seguirse de largo; por lo tanto, el destino de los hombres está al servicio de una caprichosa y accidentada línea recta, y no es vaticinado por la mano de Dios; con ello, nuevamente el autor alude, con aguda ironía, al destino y porvenir de todas las cosas del mundo; a cómo le encontramos un acomodo y significado humano a algo que simplemente es parte del ajedrez de la naturaleza.
Toda la minificción es un solo párrafo que describe la trayectoria de la línea, hasta que ésta caprichosamente contornea la palma de una mano, asimismo, el objeto que dicha mano sujeta: una pistola. El desenlace del relato se resuelve con un espacio vacío (queda indeterminado), para que el lector lo complete con su imaginación; pero imagino que también para reforzar la idea de que nosotros, humanos, no tejemos la líneas de la vida, ni de las cosas que nos rodean. Hay leyes de la naturaleza que contornean su propio derrotero. La idea de la minificción es surrealista y poética, y genera asombro cuando comprendemos el hilo conductor del relato: “Basta mirar bien para descubrir que la línea continúa por el piso del parqué, remonta el muro, entra en una lámina que produce un cuadro de Boucher, dibuja la espalda de una mujer reclinada en un diván, y por fin escapa de la habitación por el techo (…)” (Cortázar, 2015: p. 115).
Así, vemos que el tratamiento de un tema tan crucial, como lo es el destino de los hombres, queda tan fantásticamente abordado, desde la visión de un Cortázar creativo, bizarro y sarcástico, quien, ya sea a través del cronopio olvidadizo que no encuentra la llave de su casa, o a través de una línea recta, que decide ponerse en fuga perfilando toda clase de objetos, revela la paradoja en la existencia de los hombres: nosotros no somos dueños de las cosas del mundo. Nada nos pertenece, porque nosotros también pertenecemos, y simplemente formamos parte de un orden, o de un caos, el cual eventualmente se organiza y desbarata. Hay un supraordenador ajeno a nuestra voluntad humana: las fuerzas impredecibles de la naturaleza. Así es que, en todo caso, es un tanto ingenuo contar con una llave maestra, o con la lectura precisa de la palma de una mano, para pronosticar nuestro futuro. En fin, todo esto (y más) se aprehende y reflexiona, leyendo «Historias de cronopios y de famas».
Referencias: Cortázar, Julio. «Cuentos completos 2». México: Penguin Random House. 2015.
Sandyluz. “Detrás de la pluma…” Egresada del Tecnológico de Monterrey Campus Toluca, de la carrera de Ciencias de la Comunicación. Completó estudios de Creación Literaria en la Escuela de Escritores del Estado de México (SOGEM). También terminó una maestría en Estudios Humanísticos con especialidad en Literatura, en el Tecnológico de Monterrey. En un plano más relajado, es aficionada a los libros y a la escritura desde corta edad; ha escrito de manera informal cuentos y poesías; con uno de sus primeros cuentos ganó un concurso local del cual obtuvo su primer retribución económica y profesional, siendo ello un significativo incentivo para seguir escribiendo. La Literatura ha sido una válvula de escape para no enfermar de realidad. La fantasía reanima el fulgor de los sueños que soñamos dormidos y que soñamos despiertos…
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