No es una cosa menor el hecho de que un grupo criminal se atreva a poner un manta con un mensaje intimidatorio contra el presidente Andrés Manuel López Obrador y sobre todo, que haya indicios de que la camioneta encontrada en las afueras de la refinería de Salamanca –al parecer– sí tenía explosivos de alta peligrosidad.
“Andrés Manuel López Obrador te exijo que saques a la Marina, Sedena y fuerzas federales del estado, si no te voy a empezar a matar gente inocente para que veas que esto no es un juego y que en Guanajuato no los necesitamos”, decía la manta firmada por el Cártel Santa Rosa de Lima, líder del huachicol en ese estado.
Desde ese momento la polémica y el debate nacional es sobre si AMLO debe reforzar su seguridad, aumentar los protocolos de para evitar algún atentado y sobre todo, si estos delincuentes tienen los recursos, la infraestructura y la mente tan dañada, como para realizar actos terroristas.
En este momento, el criminal más buscado no es el “Mencho” o el “Mayo Zambada”, en realidad es “El señor Marro”, como firmó en la manta. Este ilustre personaje es José Antonio Yépez Ortíz, líder del Cártel de Santa Rosa de Lima, que controla la ordeña y la venta ilegal de gasolinas en Guanajuato y que se disputa el territorio con el Cártel de Jalisco Nueva Generacion (CJNG).
Tal como ha actuado AMLO, la estrategia contra el huachicol va en serio y los operativos están coordinados y participan prácticamente todas las corporaciones policiacas y de seguridad a nivel federal.
En ese sentido, “El señor Marro” cometió un grave error al mandar ese mensaje de intimidación, ya que tarde o temprano, los operativos se acercarán a él y tendrá que huir de su zona de seguridad, por más protegido que se sienta en estos momentos, abriendo paradójicamente el paso a sus adversarios.
Pero regresando al tema de la seguridad de AMLO, en un primer momento el presidente aseguró que no reforzaría su círculo de protección ni cambiaría las logísticas de viajes y traslados, esto porque confía en que “el que lucha por la justicia, no tiene nada que temer”.
Sin embargo, tal como lo afirmó Aristóteles (el filósofo griego, no el exgobernador de Jalisco), “se piensa que lo justo es lo igual, y así es; pero no para todos, sino para los iguales”; es decir, para los criminales la justicia tiene otra percepción, otras dimensiones y otras maneras de lograrla.
Y si bien López Obrador conoce lo que pasa en país porque lo recorrió durante años como parte de su larga campaña presidencial, también es cierto que en esos momentos no representaba ningún peligro real para los grupos criminales, ya que no era el presidente de México.
Ahora las cosas son diferentes y el país no está para sustos o peor aún, para un atentado en contra del presidente. También hay que tomar en cuenta que las decisiones de AMLO están atacando desde muchos frentes a los grupos criminales relacionados con el huachicol y tal como lo ha informado en propio gobierno federal, en esto están involucrados empresarios, políticos, funcionarios de Pemex y con esto, seguramente habrá muchos que están enojados por estas acciones.
Desde mi punto de vista, el aumentar, reforzar o perfeccionar los sistemas de seguridad no va en contra de la “austeridad republicana” ni traicionan los principios de AMLO, más bien sería un acto de responsabilidad para con todos los ciudadanos del país y sobre todo, por los que votaron por él y a quienes están esperanzados en que sea el cambio que necesita México.
Por tal motivo debería ser un reclamo social el hecho de que el presidente acepte ciertas modificaciones a la logística de su trabajo diario, para que esté más protegido y en esta medida, no poner bajo ninguna circunstancia su seguridad personal. Ya que como dice el dicho: “de valientes están llenos los panteones…”
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