Por Asfaltos.
Su nombre era Karla, mujer de la que sí, yo me enamoré… Era un amor prohibido, porque Karla vivía junto a alguien, pero sobre todo porque había tenido ya con esta persona a su pequeño Mario. De cualquier modo a ninguno de los dos nos importó: nos escribíamos diario, mañana, tarde y noche. Nos «sexteamos», nos provocamos, nos estimulamos. Casi no nos vimos y ya la semana pasada cortaba lazos con ella…
A Karla la voy a extrañar, aunque siempre la recordaré con cariño. «De no haber sido por esa noche», me reclamaba, aunque ni ella, ni yo, ni nadie, fuéramos los culpables… «No me mal interpretes», me decía ya con más calma. «Amo como jamás había amado antes a mi pequeño Mario», ya con lágrimas en los ojos continuaba. «Es solo que no tenía planeado pasar mi vida entera junto a Santiago».
Con esa combinación de géneros que incluye blues, funk, punk, rock, reggae y ritmos latinos diversos, El Haragán se ha convertido por muchos años en uno de los mejores cronistas sociales de nuestro país. Un ejemplo es precisamente su tema «Aburrida la vida», en el que sin querer, y muchos años antes, describía perfectamente la vida de Karla y la de muchas mujeres más en nuestro país.
«Los años, los sufrimientos, los problemas, los lamentos, terminaron con tu rostro, con tus quince primavera, y pensar que fue una noche, una noche sabatina, y que te fuiste pa’la esquina, fue el calor de unos alcoholes, que se prolongó la charla. No habían anticonceptivos, no inventaban los condones te desabrochó el vestido.»
A Karla la abracé con mucho cariño. Me confesó que hubiera sido mejor que nos tratáramos antes. Tímida, con miedo, logré sacarle un beso que creo fue mas bien amargo para los dos. Lo último que le dije, ya por WhatsApp, fue que le deseaba siempre lo mejor, pero sobre todo que pudiera ser feliz por ella y por Mario; en ese orden.
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