Por Ady’e Rueda.
1989 fue el fin de una década de maravillas musicales, un año que estaba por abrir paso a una escena obsesionada con el baile y los colores neón. El synth pop y el new wave se relegaban a círculos de culto y a fanáticos aferrados, mientras que la mayoría se dejaba llevar por la gran ola cambiante de la moda. Europa fue el epicentro de la marejada donde el new beat, el house y el techno se mezclaron para dar vida a bandas que desatarían los one hit wonders de los noventa y que definirían una nueva época.
Bélgica, un pequeño país aparentemente pasivo y neutral, fue el nido de la cultura «party all night!«, que logró influenciar a todo el mundo con sus alucinantes beats y mega clubes. «Fiestear» hasta el amanecer fue el estandarte de los jóvenes belgas quienes danzaban frenéticamente los ritmos de Front 241 y Lords of Acid, pioneros del épico paso de los jeans rotos a los leggins ajustados.
Los imponentes palacios del baile, clubs y afters de la nación europea, donde se sumergía al cuerpo religiosamente en la danza y las drogas, eran el soundtrack del viaje ácido, el hogar de novedosos sonidos en los que no había protesta o ira, sólo muchas ganas de pasarla bien. El par de talentosos y afortunados cantantes Thomas de Quincey y Ya Kid K supieron venerar esta nueva corriente y crearon Technotronic, agrupación de new beat que fue por mucho la principal exportación cultural de las tierras belgas. En 1990 ya era cantada y bailada internacionalmente su éxito «Pump up the jam», y meses después se escucharía por todos lados «Get up».
Technotronic se convirtió en referente del new eurodance, mencionarlos era hablar de más láseres, más baile y más sudor que en los 80. Tal fue el poder de sus sencillos que inspiraron a los italianos Corona para componer «This is the rhythm of the night» y al también súper conocido Haddaway y su «What is love (Baby don’t hurt me, no more)»; incluso fueron teloneros de Madonna en su tour «Blonde Ambition» en 1990 y, por si fuera poco, después de 30 años de existencia enloquecieron a los nostálgicos asistentes del pasado Vive Latino 2019 en Ciudad de México, con una presentación arrasadora, llena de energía y que brilló por entonar más de tres veces «Pump up the jam», dejando en claro que una canción es más que suficiente para hacer historia.
Imágenes cortesía de OCESA/ Salvador Bonilla.
Ady’e Rueda / Marañas negras. Comunicóloga, cuentista y danzarina. Creyente de la UNAM a quien le debo todo. Amante del metal, el terror y los años ochenta. Luciferina estudiosa del arte, el erotismo y la posmodernidad. Fanática de los perros, el mar y lo goth. Excéntrica, cinéfila, melómana y bibliófila. También creo que debe haber islas, allá, al sur de las cosas.
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