Por Fernanda Pazarán.
«Todos estamos unidos al estar compartiendo el mismo planeta», Joseph Stiglitz.
Debido a todos los problemas nacionales e internacionales, decidí que era necesario descansar de las desgracias y hablar de una realidad utópica. En las relaciones internacionales existe una teoría llamada «Cosmopolitismo», la cual trata en que somos ciudadanos del mundo. Todo esto, porque nuestros problemas están conectados y un gobierno mundial sería la institución encargada de controlar y actuar frente a los distintos fenómenos.
Los principales teóricos del tema son David Held y Daniele Archibugi, quienes desarrollaron el término de “democracia cosmopolita” en el trabajo titulado “Cosmopolitismo y globalización”. Partiendo desde el contexto de la Segunda Guerra Mundial, que fue el inicio del mundo globalizado, hay temas en los que hay muchos países involucrados y el primero fue sobre los crímenes de lesa humanidad que fueron progresando hasta consolidar la creación de la Organización de las Naciones Unidas y el derecho internacional.
El tema de los derechos humanos es diferente en cada nación, fue hasta 1948 que los estados miembro de la ONU firmaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos, con esto fue posible pactar un lineamiento para que todas las personas del mundo tengan la garantía de vivir dignamente. Sin embargo, fue un pacto opcional y no es algo que se ha podido realizar: seguimos teniendo graves violaciones de los derechos en casi todo el mundo.
La teoría recopila temas como la moral universal y la paz, debido a que la guerra es lo que provocó la creación de los Estados. La importancia de esto es que la gobernanza ha alcanzado niveles multinacionales por cuestiones comerciales y políticas, pero que también han incluido temas sociales y culturales. El «Cosmopolitismo» une a la gente por todos los temas en los que se relacionan las personas de diferentes culturas, etnias y estilos de vida.
Actualmente no podríamos definir el siglo XXI sin el internet y las redes sociales, también la influencia de Hollywood ha creado que las personas tengamos una aspiración sobre el nivel de vida que los estadounidenses reflejan. A pesar de nuestras diferencias culturales, ideológicas y étnicas, perseguimos un estándar directamente creado por Estados Unidos y Europa, en donde la democracia es la política que se persigue porque “todos tienen libertad y derechos humanos”. A pesar de las controversias que esta teoría tiene en cómo se lleva en la práctica, el fondo de la teoría habla sobre el respeto sin importar nuestras diferencias, porque los problemas que enfrentamos son de carácter global y requieren que todos actuemos.
Y estos problemas son la falta de seguridad alimentaria y de agua potable, pandemias, terrorismo y narcotráfico, contaminación y cambio climático. Si todos los humanos tomamos conciencia de lo que sucede a nuestro alrededor y decidiéramos actuar, sería una forma en la que nos convertiríamos en «ciudadanos del mundo». Incuestionablemente es una utopía por todas las guerras que hay actualmente, que el concepto de democracia plena y funcional no existe, y que todavía existen problemas étnicos. De cualquier manera, la ONU y programas como los «Objetivos de Desarrollo Sostenible», son intentos legales que nos podrían llevar a una gobernanza global.
Las cosas definitivamente cambiarían bajo la esencia de el «Cosmopolitismo», poco probable que suceda pero hay acciones multinacionales que usan este principio. En un mundo globalizado en donde todos queremos libertad, viajar y tener bienes, necesitamos acciones de cada ser, para asegurar que las futuras generaciones puedan tener estos privilegios pero de una mejor manera.
¿Suena demasiado improbable? ¿O el cambio climático nos hará darnos cuenta de que debemos unirnos todos para evitar que destruyamos la vida humana? ¿Puede llegar a existir un gobierno global? ¿O tal vez el anarquismo es la mejor opción?
Fernanda Pazarán / #ConcienciaRCMX. Soy estudiante de Relaciones Internacionales. Soy ambientalista, con una ideología liberal y de izquierda. Estoy convencida de que el mundo puede mejorar y que el cambio lo hacemos cada uno de nosotros. Me gusta escribir de todo tipo de temas, pero tengo una preferencia mayor por los temas políticos tanto nacionales como globales. Siempre hay un elefante en la habitación del que se tiene que hablar. He participado en diferentes eventos diplomáticos y políticos.
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