Anacronismos mexicanos: la democracia y el gobierno

Por Yefté Tello.

Por muchos años se ha comentado, leído, escrito y mil cosas más sobre la forma de elegir a los gobernantes que se tiene en nuestro país. Dice un dicho que “cada pueblo tiene la forma de gobierno que se merece”. Podré o no estar de acuerdo con aquella frase, sin embargo, en el caso mexicano -es necesario decirlo- tiene su dote de verdad. Nos hemos ganado que los gobernantes hagan lo que quieren al dejar de quejarnos (manifestarnos o cualquier palabra ocurrente que saliera de ustedes), no obstante, son nuevos tiempos y –en mi opinión- son tiempos de cambio.

Anacronismos mexicanos: la democracia y el gobierno.

Poco a poco dejamos de ser esa sociedad apática y desinteresada en cuestiones político-democráticas. Nos encontramos viviendo un proceso de transición hacia una democracia más abierta y mucho más participativa que, de lograrse, podría significar un beneficio para millones de mexicanos que –lamentablemente- ven a la democracia como el mero hecho de votar y no ir más allá. Sin embargo, algunos de los aspectos que detienen dicho proceso siguen siendo: la misma apatía del mexicano por el voto, la desinformación, cuestiones del ordenamiento de las leyes (el conflicto entre lo que dice la Constitución y el COFIPE por ejemplo)  y una reforma política que no termina de dar al pueblo la certeza y el poder que podría merecer por el simple hecho de haber nacido como mexicano.

Nosotros lo sabemos, la clase política lo sabe: las instituciones de nuestro país han dejado de servir a nuestras reales necesidades y es momento ya de tomarlas en un ejercicio ciudadano. No se trata de violencia sino –en una manifestación de raciocinio- hacernos valer sin recurrir a las tácticas que tanto han lastimado a nuestra nación. Enterar al pueblo de la realidad. México ya no es ni debe ser ese país tan asolado por una minoría. Es una lucha la que se está gestando, sin embargo, no será ni sencilla y ni mucho menos terminará pronto.

México deberá luchar por erradicar a una clase política interesada -en su mayoría- sólo en ellos. Los mexicanos alzaremos la voz, como ya se ha hecho y se ha reprimido, por que tengamos una verdadera democracia que nos permita a todos y cada uno de nosotros votar y ser votados y -sobre otras cosas- que nos  faculte a elegir a los mejores candidatos a representarnos. Basta ya de imposiciones. Son cosas del siglo pasado y no queremos repetirlas en un mundo que avanza a pasos agigantados. Si bien los intereses de esos pocos -que defenderán a capa y espada- pueden estar mucho más allá de lo que muchos podemos imaginar, los mexicanos deberemos prepararnos para pasar a proponer. De nada sirve saber que se necesitan cambios, si éstos no los proponemos y los hacemos públicos. Esa es la vía a través de la cual los movimientos sociales de nuestro país tomarán fuerza y será por la que el pueblo recuperará lo que en esencia es suyo: el poder de elegir sin que esto se encuentre viciado desde el principio.