Por Pao Aguilar.
Todo el mundo desarrolla opiniones con respecto a cómo las cosas se deben mirar, cómo deben comportarse y actuar, debido a que vivimos en una sociedad donde se juzga y todos estos sesgos cognitivos conforman el filtro entre lo que realmente existe y lo que percibimos como realidad. De ahí que tengamos escenarios distorsionados y variantes entre cada individuo. En el diseño ocurre lo mismo por lo que debemos de estar consientes de esta situación. Como diseñadores debemos de crear de acuerdo al contexto y siempre debemos de tener en cuenta que en el proceso visceral, el diseño ofrece una promesa que debe ser entregada en la parte emocional y cognitiva.
La palabra emociones se convirtió en una de las más usadas en el mundo contemporáneo y ha sido parte del vocabulario del diseño, con la cual también podemos asociar productos orientados a brindar diversas experiencias o sensaciones que están enfocados a establecer alguna relación vehemente con el usuario. En general las emociones nos enriquecen como seres humanos y son vitales para ayudar a entender el comportamiento del medio en el que nos desarrollamos. En relación con el diseño, se podría decir que cada uno de los resultados es emocional, independientemente de que esta sea o no la intención y que varíe dependiendo del usuario, por lo que como especialistas en el área debemos enfocarnos en lo que buscamos transmitir aunque se vuelva un tema un tanto subjetivo. Es importante considerar en cada creación, la emoción que estimula y la impresión que vamos a transmitir, ya que es uno de los principales diferenciadores en la experiencia del usuario, porque provoca respuestas inconscientes a un producto y ciertamente, un diseño eficaz genera diversos resultados de consumo y puede llegar a influir favorablemente en el comportamiento del cliente induciendo a otros a adquirirlo.
Las emociones redimen un papel crucial en los procesos cognitivos y sociales de los seres humanos, por lo tanto son importantes para entender el medio. Nuestros sentimientos influyen fuertemente en nuestras percepciones y a menudo la forma en la que pensamos y nos desarrollamos. Por lo tanto y desde mi punto de vista, es importante que como diseñadores comprendemos la relación entre los beneficios del diseño de un producto y la experiencia de consumo y cómo éste se determina por su contenido emocional. Después de todo, uno de nuestros principales objetivos es ofrecer una experiencia única a los usuarios, ya que finalmente el mundo no se detiene, por lo que tenemos la tarea de continuamente innovar con el fin de ofrecer productos que sean relevantes y trascendentes; esto tiene que ver con las emociones evocadas o la experiencia de creación, especialmente desde el punto de vista del posicionamiento que le queremos dar en el mercado. Para todo esto debemos de empezar por algo y ese punto de partida tiene que ver con un proceso creativo para el cual ha sido enfocada la intención de experiencia y emoción que vamos a provocar.
En conclusión el producto que ofrece un mayor atractivo estético, genera placer y brinda una satisfacción, puede influir enormemente en el éxito de su adquisición. El afecto, el cual es inexplicable relacionado con las actitudes, expectativas y motivaciones, juega un papel importante en el conocimiento de la interacción del producto y por lo tanto puede ser útil usarlo como ayuda de diseño, para enfocarlo a las influencias, emociones y aspectos específicos de la interacción antes, durante y después del uso de un producto. Estos estados afectivos con regularidad pueden influir en cómo el usuario percibe el objeto, ya que las innovaciones exitosas ofrecen características que realmente queremos en algo fácil de manipular, estético y con la preponderancia de las delicias de los sentidos, por lo tanto las innovaciones exitosas buscan ir más allá de la funcionalidad básica, la usabilidad y el diseño sensorial para inspirar, iluminar y dar energía al mover nuestros corazones y mentes.
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