Por Elizabeth Aguilar Quintana.
La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra y el mar encubre; por libertad así como por la honra, se puede aventurar la vida y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres. [1]
La gente grita, proclama la libertad, exige la libertad. Pero, ¿qué es la libertad? ¿En realidad es libertad o es libertinaje? Los mexicanos nos encuadramos a la defensa de la libertad otorgada por la Constitución Mexicana, nos apegamos a la defensa de un Estado de Derecho, entendido como la sujeción de la actividad estatal a la Constitución y a las normas aprobadas conforme a los procedimientos que ella establezca; que garantizan el funcionamiento responsable y controlado de los órganos del poder, el ejercicio de la autoridad conforme a disposiciones conocidas y no retroactivas en términos perjudiciales, y la observancia de los derechos individuales, colectivos, culturales y políticos.
Sin embargo en la vida cotidiana, ¿se respeta nuestras garantías y se asegura lo dispuesto en la Constitución? Desafortunadamente, no, la Constitución mexicana se ve violada en diversos aspectos, el derecho de los mexicanos a la libre expresión, la salud, la educación, la alimentación, a un juicio justo. La libertad se ve coartada por múltiples expresiones tanto del gobierno como de las empresas. ¿Dónde quedó el trabajo justo y bien remunerado? Por ejemplo, o ¿la vivienda digna?
La libertad no solo se expresa en términos de no encontrarse aprisionado, también depende del contexto económico, el velar del Estado por el desarrollo económico del país. La creación e implementación del quehacer legislativos en muchas ocasiones responden a las necesidades de unos cuantos grupos y no a la realidad de los mexicanos.
En México existe el supuesto de vivir en una democracia, regulada por una constitución creada a la luz de una revolución, en la que los derechos sociales están por encima de cualquier otra cosa; y es en este punto donde nos cuestionamos, la muerte de los periodistas, los feminicidios, la represión en Atenco, los daños colaterales de la lucha contra el narcotráfico, la falta de empleos, la carencia educativa, la distribución inequitativa de la riqueza mexicana, la administración del territorio y sus recursos, el ejercicio legislativo, ¿responde a un verdadero Estado de Derecho?
[1] Miguel de Cervantes. Fragmento Don Quijote de la Mancha.
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