Por Sandyluz.
Quizás ahora que la serie «Game of Thrones» va justo a la mitad de su última temporada podemos evaluar el impacto de una narración que se ha ido soltando a cuenta gotas, debido a su masivo éxito comercial; quizás es también justo precisar su minuciosa y bien lograda producción. ¿Y por qué querríamos comentar algo aquí de «Game of Thrones»? Tal vez mi pregunta sería: ¿y por qué no? Después de todo, el final del tercer episodio deja a los espectadores justamente en el descanso de la escalera que evoluciona rumbo a un desenlace, en el cual, definitivamente, lo que está en juego es quién se posicionará en un trono del todo terrenal, pues el ingrediente sobrenatural realmente era lo de menos, según vimos luego del episodio tres.
Durante las temporadas anteriores, mucho se estuvo especulando en torno a la naturaleza y poderío que tenían los caminantes blancos, quienes simbolizan la infranqueable muerte. Ciertamente, tan místicos personajes imprimían un halo de incertidumbre, imposibilidad y sobrenaturalidad a la serie. Ya desde temporadas pasadas, el rol del hermano Brandon Stark osciló entre lo esotérico y espiritual, dado que tiene la capacidad de abandonar su cuerpo físico para emprender cierta clase de viaje onírico, poseyendo un cuervo, mientras entra en trance. Y como era de esperarse, se generó tremenda zozobra y expectación en torno a esos gélidos personajes que aguardaban detrás del muro, quienes, de cierta forma (ultraterrena) también ambicionaban «el trono de hierro». Así es que no se hizo esperar la batalla que duró la hora y media del episodio tres, en donde los fantasmagóricos personajes hicieron su incursión en la serie, dejando sentir su mortífera presencia.
A destacar que este episodio medular puso sobre el campo de batalla a los personajes de sangre caliente y de sangre fría. Simbólicamente, se asoció a los combatientes humanos, y a sus dos dragones guardianes, con el elemento fuego, mientras que a los combatientes gélidos, muertos y resucitados con el elemento agua (el hielo solidificado). En este tenor, en el bando de los humanos se destacaron actitudes de solidaridad, trabajo en equipo, honor, coraje; asimismo, se afianzó, en varios momentos del episodio, que toda ayuda es útil e indispensable, cuando se trata de unirse a la misma causa. Los personajes consentidos de los varios reinos estrecharon manos y dejaron hasta su última gota de sangre en el campo de batalla; eso a mi parecer fue muy decoroso, pues hizo lucir las destrezas y personalidades de los combatientes de cada casa. Finalmente, todos, vivos y humanos, se entregaron a la misión de detener a los caminantes blancos, bajo el mando de su Rey de la Noche.
El episodio fue dinámico y aguerrido, tanto en tierra como en aire. Quienes pensaron que la batalla se ceñiría a los ejércitos supeditados a Jon Snow y a Daenerys Targaryen, no contaron con la astucia de los productores quienes, plasmando una visión de equidad y coalición, sin importar rangos o jerarquías, pusieron a la pareja consentida a resguardar el campo de batalla desde el aire, cada uno montado en su dragón (con este evento, queda justificado que en el episodio anterior Jon Snow supiera que pertenecía a la casa Targaryen, pues así, en el episodio tres, se resolvería con coherencia que un dragón accediera ser montado por él). A pesar de la expectativa, hubo personajes un tanto desdibujados a la hora de la batalla, tal es el caso de Brienne De Tarth y Tyrion Lannister, el cual tuvo que ir a resguardarse al sótano, junto con mujeres y niños, mientras todo sucedía encima de ellos. Por el contrario, hubo personajes que imprimieron enorme sello humano a la batalla por medio del coraje y la determinación que mostraron combatiendo: Jaime Lannister, Melisandre (la bruja), Tormund Giantsbane, Theon Greyjoy (de noble corazón y leal guardián de Bran hasta el final), Jorah Mormont (quien resguarda con su vida a Daenerys) y la aguerrida niña, Lyanna Marmonth, quien empuña su espada, con sus últimas fuerzas y hasta lograr penetrar la cuenca ocular del temible gigante blanco.
Hablando de la estructura narrativa del episodio, tenemos que decir que éste se destacó por su desarrollo en devenir y similar a una avalancha; también sucedió una impresionante vuelta de tuerca (plot twist) justo en el clímax, cosa que dejó a los espectadores desprevenidos, a pesar de sus muchas especulaciones; esto resolvió coherentemente el conflicto y devolvió las esperanzas a los muchos espectadores humanos, quienes ya sentíamos el final de toda la humanidad, sin guardar esperanzas en torno a vencer a los adversarios, los caminantes blancos. Desde la premisa básica del episodio, se sabía que se terminaría la tensión tan contenida en el episodio dos, donde las únicas dos acciones dinámicas a destacar son: el nombramiento de Brienne De Tarth como “caballero” y la primera experiencia sexual de Arya Stark (en ambos casos, lo acontecido en los dos personajes simboliza una maduración, o una clara evolución hacia la vida pública, y hacia la misión deberán aceptar en tiempos de guerra). El conflicto estaba latente y se desata cuando inicia la guerra entre fuego y hielo. El episodio es más bien de desarrollo (el crecimiento del conflicto inicial), a través del transcurrir de la batalla; esto pone en evidencia la unión de las fuerzas humanas, para intentar vencer a un adversario que los sobrepasa en número y poder. La sensación de todo este transcurrir es de pesadumbre y frustración, pues nada parece detener a los adversarios de hielo; en añadidura, cada vez se van minando los esfuerzos humanos, quienes decrecen en número al ser mortales y se van sintiendo fatigados y rebasados por el ejército de muertos vivientes; todo esto genera una tensión narrativa dinámica, en medio de tanto choque de espadas, disparar de flechas y pelear hasta las últimas consecuencias.
La edición del episodio nos muestra varios ángulos o escenarios del mismo campo de batalla, lo cual hace sentir al espectador adentro, en empatía y acompañando a cada uno los personajes de las diferentes casas, quienes libran su propia lucha contra la muerte. Emocionante cuando hace su aparición el dragón de hielo (otrora dragón de Daenerys); y, en general, las peripecias le imprimen muchísimo suspenso y acción a la historia narrada en una hora y media. Sin afán de hacer el spoiler (al fin y al cabo todos confiábamos en que aparecería “una llave maestra” para vencer al mal), hay un momento retardante, justo previo al clímax: cuando Theon Greyjoy se dirige, en un último esfuerzo, a embestir al Rey de la Noche; su sacrifico da tiempo para que Brandon no sea capturado tan fácilmente, y para que aparezca su salvadora tan reveladoramente (clímax del episodio): Arya, su hermana. En el desenlace se plantea que la batalla no ha terminado y que todavía hay un bando aguerrido qué destruir: la avariciosa Cercei, hermana de Jaime y de Tyrion, de la casa Lannister.
Sobre este episodio, considero que estructuralmente está perfectamente bien resuelto, es decir, cuidaron todos los detalles para no dejar algún cabo suelto, desde su planteamiento inicial, desarrollo de conflicto, clímax y desenlace. Los personajes se lucieron muchísimo, y en consonancia con su personalidad. Todavía sobrevivieron para la última parte de la serie los personajes más consentidos de cada uno de nosotros, por lo cual sigue quedando la eterna especulación en torno a: ¿quién será quien se siente en «el trono de hierro» (máximo esplendor de la raza humana en el universo que plantea la serie)?
En lo personal, se hizo mucha polémica en torno a quiénes eran los caminantes blancos; en cuanto a cómo simples humanos podrían vencer a tan sobrenatural adversario. Ciertamente, los escritores de la serie se las ingeniaron para hacer coherente que tan mortífera e invencible criatura tuviera un “talón de Aquiles”, el cual no es revelado ni por equivocación y es un excelente as bajo la manga a la hora del clímax de episodio. Sin embargo, ¿no es entonces en vano que la serie mostrara generales de ejército que tuvieron una función meramente decorativa? ¿Acaso no nos quedaron a deber una batalla, cuerpo a cuerpo, entre los dragones de fuego de Daenerys y el dragón de hielo de los adversarios? ¿Por qué los más altos poderes del bando humano, ni siquiera pudieron enfrentarse con uno de los generales del Rey de la Noche? También, considero que hubiera sido muy emocionante y catártico el aclarar, o mínimo brindar un esbozo, de con qué finalidad querían a Brandon Stark los caminantes blancos. Por un momento creí que el episodio echaría mano de los poderes de Stark para regresar en el tiempo y cambiar los eventos; luego, siento que este enigmático personaje estuvo realmente muy desaprovechado en este episodio, en donde fungió como mero señuelo.
Sin más, el episodio tres de «Game of Thrones» nos movió emociones varias, pasando por el coraje, la indignación y el orgullo, hasta la desesperación, frustración y desesperanza (sobretodo cerca del clímax); esto deriva un episodio muy polifacético, dada tanta gama de emociones puestas en juego. Por mi parte, me quedo tranquila sabiendo que sobreviven mis contendientes favoritos al trono. Sin embargo, me queda la sensación de que la serie desluce y pierde, cuando la batalla, que les resta librar a nuestros personajes, es contra humanos comunes y corrientes, quienes ambicionan un trono muy poco común o corriente. A mí me hubiera gustado que los caminantes blancos hubieran “dado la batalla”, o que se hubiera apuntalado una subtrama, en torno a ellos, así como para el episodio final; o sea, considero que los escritores de la serie “quemaron muy rápidamente ese cartucho”. Después de todo, también es válido que hubiera quienes quisieran que ese gélido Rey de la Noche “se sentara” en «el trono de hierro». A partir de ahora, se prevé una lógica sucesión de eventos más bélicos y políticos que diplomáticos (finalmente humanos), donde se discute, como en un millón de historias: hasta dónde los alcances del ser humano por el poder y la gloria. El mágico contraste entre hielo y fuego al parecer quedó finiquitado. Sólo me queda decir “que gane el mejor” en su contienda terrenal.
Sandyluz. “Detrás de la pluma…” Egresada del Tecnológico de Monterrey Campus Toluca, de la carrera de Ciencias de la Comunicación. Completó estudios de Creación Literaria en la Escuela de Escritores del Estado de México (SOGEM). También terminó una maestría en Estudios Humanísticos con especialidad en Literatura, en el Tecnológico de Monterrey. En un plano más relajado, es aficionada a los libros y a la escritura desde corta edad; ha escrito de manera informal cuentos y poesías; con uno de sus primeros cuentos ganó un concurso local del cual obtuvo su primer retribución económica y profesional, siendo ello un significativo incentivo para seguir escribiendo. La Literatura ha sido una válvula de escape para no enfermar de realidad. La fantasía reanima el fulgor de los sueños que soñamos dormidos y que soñamos despiertos…
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