La mano de obra barata de México ha sido durante décadas, uno de los principales atractivos para que las empresas extranjeras se instalen en el país. Un tema que preocupa incluso a algunos sectores políticos de los Estados Unidos, ya que consideran que esto nos ha dado ventajas competitivas desde la perspectiva comercial.
Sin embargo, esto tiene una faceta oculta, ya que la mano de obra barata no necesariamente es calificada. Es decir, desde un obrero hasta un profesionista, se enfrentan en el mercado laboral a situaciones en donde sus conocimientos previos son insuficientes para poder acceder a mejores salarios y responder a las exigencias del mercado actual.
Incluso ahora con la llegada de las grandes marcas automotrices, principalmente a la zona del Bajío, ellos mismos han confirmado esto y como siempre ha sucedido, tienen que traer desde sus países de origen –sobre todo los asiáticos- a personal altamente calificado para capacitar a los mexicanos y atender las posiciones claves en las fábricas.
Ahora aumenta la preocupación, ya que estas empresas tienen sistemas 4.0, es decir, totalmente automatizadas y se han encontrado con una escasez alarmante de personal capacitado en México para manejar estos modelos de producción.
Lo mismo en el sector energético, que si bien la reforma ha sido un fracaso a nivel producción de hidrocarburos, las empresas extranjeras han señalado una situación similar con la mano de obra en México. De igual manera en el tema de energías limpias, de telecomunicaciones e infraestructura.
Gran parte del origen de este retraso es por la falta de inversión oficial en el sector de la ciencia y tecnología. Este tema ha sido unas de las principales críticas de los “gobiernos neoliberales” –como les dice Andrés Manuel López Obrador-, pero de manera casi inexplicable, la actual administración ha tomado la misma decisión de recortar recursos a estas áreas claves para el desarrollo.
El 22 de agosto de 2018, AMLO como candidato dijo: “Vamos a garantizar que la aportación en el presupuesto para ciencia y tecnología aumente en el mejor de los casos”. Y agregó: “En el peor de los casos, que no se reduzca ni que tenga un presupuesto por debajo de la inflación; que aumente en términos reales”.
Sin embargo, de acuerdo a cifras oficiales, el gobierno actual invertirá este año el 1.6 % de su gasto, unos 91.4 mil millones de pesos, en el rubro de ciencia y tecnología; lo que representa una disminución de 0.6 puntos porcentuales con respecto al presupuesto de 2018, que fue de 92 mil millones de pesos.
Aunado a esto, el gasto en el rubro durante el primer trimestre de 2019 fue de apenas 0.07 % del PIB y es el más bajo desde 2013, que registró 0.06 %.
Es cierto que el gobierno federal se enfrenta a una muy dura situación financiera por la enorme deuda que heredó de la administración anterior, pero recortar estos recursos implica disminución de apoyos a investigadores y científicos, becas, empleos y en algunos casos, pone en riesgo el funcionamiento de algunas instituciones que dependen completamente de lo asignado año con año en el presupuesto de egresos.
Pero mirando a largo plazo y de acuerdo a las aspiraciones de López Obrador de construir la refinería de Dos Bocas en tres años, con lo cual pretende que el país sea auto suficiente en materia de combustibles; el recorte al sector de ciencia y tecnología también implica que llegado el momento, México tendrá muy pocos especialistas para administrar y operar estas instalaciones, que en teoría deberían de ser de última generación.
Mucha gente dirá que ahí están los especialistas de Pemex, y es cierto, pero el problema real está en que precisamente esta empresa dejó de ser funcional, productiva y sustentable, por dos razones: la corrupción y la falta de inversión, lo que significó un retraso tecnológico en todos los sentidos.
Si México quiere ser un país de vanguardia y elevar el nivel de desarrollo, se necesita de manera impostergable invertir en ciencia y tecnología, lo que a la larga se traduce en innovación y esto en posibilidades de crecimiento. De otra forma, seguiremos dependiendo de las remesas, las exportaciones de petróleo y en el mejor de los casos, del turismo; además de ser un país de mano de obra barata.
Foto: nextick.
Daniel Higa Alquicira / #ConcienciaRCMX. Estudié periodismo en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán (UNAM) y soy un ferviente seguidor de los Pumas; me encanta el fútbol, la música, el cine, la literatura y los viajes. Además de un buen café, la cerveza, tequila y mezcal (puro sabor mexicano). También me encanta platicar con las personas y descubrir lo que piensan y lo que sienten. Soy un enamorado (y lo digo con todo el romanticismo posible) del poder que tienen los individuos para cambiar su entorno a través de acciones simples y que la mayoría de las veces, pasan desapercibidas. La tarea que me he propuesto es encontrarlas y hacerlas visibles.
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