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Los riesgos para México por los plazos irreales de López Obrador

Conciencia

Por Edmar Ariel Lezama Rodríguez.

A casi siete meses de que Andrés Manuel López Obrador tomó posesión al frente del Ejecutivo Federal en México, es posible observar un plan de trabajo muy bien definido, así como una agenda de resultados en materia educativa, de crecimiento económico y mejoras en el sector salud.

En lo que se refiere a temas económicos, la meta fijada exige que desde el primer año se tenga una cifra de crecimiento lo suficientemente alta que permita alcanzar una tasa del 4 por ciento promedio para el periodo 2018-2024.

En materia de salud, López Obrador planteó que para 2021 ó 2022 el servicio público de ese sector será tan eficiente como el canadiense o escandinavo; mientras que, en materia educativa, a finales del sexenio será posible observar resultados óptimos entre docentes y alumnos.

Debido a las malas condiciones existentes en el país, las promesas de resultados casi inmediatos en materia educativa, de salud y económica, han generado en la población mexicana una sensación de esperanza; pero, se enfrentan a la posibilidad de que en ninguno de los tres casos sea posible ver mejoras sustanciales, ni siquiera al fin del sexenio.

Se estima que cualquier reforma educativa, por simple que sea y aproveche la estructura existente, tardará en promedio 25 años en dar resultados, ya que es justo el tiempo en que una generación de estudiantes ha ingresado al mercado laboral y los docentes que están por jubilarse, habrán capacitado al relevo generacional.

En materia de salud el tema resulta complejo, no sólo porque se debe mejorar la infraestructura existente, sino además se debe crear nueva, para ayudar a agilizar la atención, diagnóstico y canalización de pacientes a especialistas que atiendan sus males.

Si a partir de mediados de 2019 se inaugura un hospital de especialidades cada dos años y una clínica familiar en cada municipio año con año, a finales de sexenio observaríamos una menor saturación de las unidades de atención del sector público; pero eso no implica mejoras en la calidad de atención, ya que eso está en función del presupuesto asignado para la compra de medicinas, capacitación del personal contratado y campañas de prevención en enfermedades de alta prevalencia entre la población, lo cual no está ocurriendo ahora.

Sobre el crecimiento económico, el promedio de las cifras presentadas por bancos y consultoras es del 1 % para 2019, lo cual implica que para finalizar el sexenio con el 4% prometido, en 2020 se deberá crecer a una tasa del 7% y entre 2021 y 2024 la tasa deberá ser de 4% año con año.

Debido a la compleja relación de México con Estados Unidos en temas migratorios y comerciales, además de un mal manejo interno en temas recaudatorios y de política económica, resulta imposible suponer que en algún momento la economía del país crecerá a una tasa igual o superior a 5%, lo cual aleja al país de la meta prometida por el presidente.

Ante tal escenario, resulta obvio que los objetivos planteados no se alcanzarán en ningún momento, y no sería errado vislumbrar sensaciones de desánimo y frustración en la población, al sentirse de nueva cuenta engañados por un líder político que ha prometido lo mismo que los demás y ha fallado de la misma forma.

Ante lo planteado hasta este punto existen dos problemas. El primero de ellos, la irresponsabilidad o desconocimiento del gobernante y el segundo, el desánimo de los votantes.

En el caso de quien plantea logros inmediatos, está el factor desconocimiento de la administración pública, al suponer que un proceso que lleva 10 ó 15 años se puede concretar en tan sólo tres. Ese desconocimiento puede llevar a romper con las pocas cosas buenas hechas hasta el momento debido a la urgencia de cambiar todo para alcanzar la meta lo más pronto posible, tal como ocurre hoy en día en el sector salud.

Por el lado de los votantes, la nueva sensación de frustración y engaño puede llevar a que se alejen de las urnas al no encontrar soluciones reales en ningún líder político, lo cual es sinónimo de que la población deje de involucrarse en la vida política del país, debilitando la crítica y contra pesos al poder político, debido a que todo el peso cae en el Ejecutivo Federal como figura unipersonal.

El no cumplir los tiempos que el mismo López Obrador ha planteado, no sólo se limita a malos indicadores económicos, sino también implicaría alejar cada vez más a la sociedad de la vida política y fortalecer así contrapesos siempre necesarios en economías y democracias como la mexicana, lo cual significaría una regresión del sistema político mexicano, tal como ocurría en la década de los sesenta y setenta del siglo pasado.

Fotos: Sitio oficial de Andrés Manuel López Obrador.

IMG_5743Edmar Ariel Lezama Rodríguez / #ConcienciaRCMX. Coordinador del Programa Único de Especializaciones en Economía del Posgrado de la Facultad de Economía. Profesor Titular de Tiempo Completo en la Facultad de Economía, UNAM. Temas de investigación: economía laboral, mercados de trabajo, sindicatos, salarios y organización laboral. Miembro de la Asociación Española de Economía del Trabajo. Ponente en temas laborales en ciudades como Londres, París, Moscú, Berlín, Barcelona, Madrid, Dublín, Bruselas, Washington D.C., La Habana y Buenos Aires. Colaborador en proyectos de investigación en CEPAL (Santiago de Chile) y el Banco Central Europeo (Bruselas).

 

 

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