Por Sandyluz.
A más de 30 años del peor accidente nuclear de todos los tiempos, y más allá del parque de diversiones siniestramente abandonado y sin inaugurar, quedan todavía vestigios testimoniales de víctimas y allegados, cuya versión de los hechos aporta elementos para resolver la trama de tan fatídico evento con remanentes radiactivos por los próximos 24,000 años. ¿El día? 26 de abril de 1986. ¿Cuál fue la serie de eventos en cadena que culminaron con la explosión inevitable del cuarto reactor nuclear, en la central atómica de Chernóbil, Ucrania? Mucho se ha escrito al respecto, intentando mostrar los errores garrafales que cobraron tantas vidas humanas, y que convirtieron a administrativos, bomberos, mineros y voluntarios en verdaderos héroes inmolados. Pues es en pleno 2019 cuando la cadena televisiva HBO estrena una serie titulada solamente así: «Chernobyl». Con tan sólo cinco episodios de una hora de duración, esta miniserie hilvana la trama y da voz a los actantes del escenario explosivo de talla mayúscula. La miniserie episódica ha sido catalogada por IMDB (Internet Movie Data Base) como un drama histórico de 5 horas con 30 minutos en total, la cual, hasta el momento, es la serie mejor rankeada del año, obteniendo 9.6 de calificación global.
¿Y por qué tomarse esas 5 horas para ver un drama televisivo, ante la gran oferta de series y miniseries disponibles en internet o televisión? ¿A quién podría interpelar una serie de corte histórico, con eventos de hace 30 años? Nada pasa por casualidad, y, ante la evasión de una sociedad pendiente del entretenimiento, ante la sobreabundancia de seriales de terror fantástico o de ciencia ficción, de pronto viene muy al caso recordar que han habido eventos reales y mayúsculos que sobrepasan los escenarios del suspenso y del horror, y que permiten crear conciencia en materia global y humana; esto, con respecto a las repercusiones de la tecnificación y del mal empleo de la ciencia en beneficio de intereses político-económicos. «Chernobyl», serie enteramente producida por talento inglés y estadounidense, pone en evidencia que los errores humanos no respetan fronteras, ni nacionalidad; también, la serie alerta en torno a la ambición e incapacidad de resolver problemas graves de afectación mundial, cuando lo que se pone en riesgo es el prestigio de la supremacía de una nación o imperio, como lo fue la Unión Soviética.
Para empezar, la serie está construida en las sólidas bases del tratamiento del tema desde un punto de vista más social que político; luego, aun cuando sí se tiene la reconstrucción de los eventos desde una corte magisterial, donde se juzgará a los negligentes y culpables de muchas muertes humanas, realmente cada escena, y luego cada episodio, se vive a través del latir de corazón de los personajes más próximos a la catástrofe. Debo confesar que en algún momento me temí que la serie se tornara panfletaria o tendenciosa, al contar con hechura angloestadounidense, pues sabemos que históricamente Estados Unidos siempre ha establecido frontal rivalidad con otrora Unión Soviética. Para mi sorpresa, los personajes tridimensionales son seres humanos sí rusos, pero que establecerían empatía con cualquier ser humano del mundo; a fin de cuentas, lo que está en juego es algo por lo que velaría cualquier persona, hable ruso o no: vivir o morir, tener un empleo, sacar adelante a su familia intentando guardar tenazmente una posición laboral; todo esto deja por un lado el abordar el tema con el tamiz tendencioso de la típica oposición política “socialismo vs. capitalismo”.
Me parece un gran acierto que el protagonismo de la serie, si bien recae en el científico Valery Legasov (Jared Harris), quien es urgente y burocráticamente asignado al caso, es de destacar que él mismo, con su forma de ser discreta, pero enteramente ética y responsable, hace caber en el tablero a otros personajes que llevan en hombros la trama: Ulana Khomyuk (personaje simbólico, únicamente creado para la serie, a quien da vida la famosa actriz Emily Watson para mostrar cómo es remangarse al estilo de Sherlock Holmes y hallar la raíz de los causales que culminaron en tragedia), Lyudmilla Ignatenko (pareja de uno de los bomberos), Boris Shcherbina (funcionario público, quien coordina las labores de Legasov para mitigar el incendio en la planta), Vasily Ignatenko, Leonid Toptunov (ambos científicos involucrados en la mala operación del reactor el día de la explosión), KGV Charkov, el antagonista Anatoly Dyatlov (líder responsable de la planta nuclear con una confiada e inescrutable posición burocrática), e incluso el más alto mandatario Mikhail Gorvachov (quien se sienta para resolver, de humano a humano, las reales repercusiones de la explosión en Chernóbil).
La serie empieza cuando la explosión del nuclear aún no sucede, pero es un hecho inminente, pues se hace especial hincapié en señalar cronológicamente (con días y horas) los eventos. El punto de vista es testimonial: a través de los ojos de los personajes. Y la misión, aparentemente sencilla (ejecutar un proceso rutinario de seguridad para medir el tiempo en que los generadores tardarían en refrigerarse y luego en reactivarse, en caso de corte de suministro eléctrico), conllevó a forzar el procedimiento a fin de cumplir los plazos, lo cual dejó en segundo plano la seguridad y generó un cúmulo de errores humanos con las peores consecuencias.
Si bien el conflicto que plantea de inicio la serie es la casi poética explosión del reactor, las peripecias en el desarrollo consisten en sumar las subtramas de quienes buscan controlar los efectos adversos post-explosión. Ya con la radioactividad en pleno, y causando fatales consecuencias, el clímax de la serie se tiene cuando los efectos de la explosión podrían poner en riesgo –debido a infiltraciones de radiactividad en el sustrato acuífero– a varios países de Europa, cosa que obliga a los herméticos mandatarios rusos a resolver y a compartir finalmente la problemática más allá de sus fronteras. Así, la serie saca del anonimato a montones de héroes quienes pusieron en riesgo su vida, mucho más allá del incendio inicial, el cual fue apenas punta de flecha: bomberos, mineros, enfermeros, funcionarios, científicos, policías oficiales y otros improvisados; también, el famoso equipo convoy de biorrobots, que entró valerosamente en acción cuando los robots mecánicos fallaron: 3,500 liquidadores estuvieron a cargo de eliminar desechos de grafito y otros residuos altamente radiactivos desde techo del reactor, teniendo como tiempo límite no letal de maniobra tan solo 1 minuto.
Luego, la serie «Chernobyl», producida por HBO, recupera los eventos históricos de una explosión nuclear de forma fidedigna y clara para el espectador promedio poco enterado del tema; describe el contexto sociopolítico de una Unión Soviética poderosa y aparentemente inquebrantable, luego de que se alzara supremacía política con la Guerra Fría; y también retrata la tragedia nuclear que puso irónicamente en jaque a los mismos habitantes rusos, quienes en un principio fueron puestos al margen de la información real para no alarmarlos. La serie plantea una especie de moraleja en el desenlace: nunca sabemos a qué gigante puede llegar la amenaza letal; tampoco desde cuáles y cuántas pequeñas manos pueda provenir la solución. El gobierno soviético debió doblegarse y afrontar las consecuencias de ser una nación altamente tecnificada, reconociendo que necesitaba toda la ayuda posible para contener la desgracia.
Finalmente, lo que me parece muy valioso de «Chernobyl» es el hecho de rescatar que, sin importar raza o nacionalidad, la energía nuclear y sus repercusiones es un tema de afectación mundial, y que, si bien permite encauzar a la humanidad hacia un progreso científico todavía insospechado, también nos lleva a poner los pies en la tierra para recordar que cuestiones, aparentemente básicas como lo son el respeto por el medio ambiente y el derecho a la vida de todas las especies (vegetales o animales), son peligrosamente amenazadas por la ambición y las ansias de poder que ostenta el ser humano.
Fuentes:
- González Quesada. Alfonso. “La batalla de Chernobil” en Historia y Vida. No. 577 (abril del 2016): pp. 66-75. Impreso.
- Mazin, Craig. Chernóbil. USA & UK: Home Box Office, 2019.
Sandyluz. “Detrás de la pluma…” Egresada del Tecnológico de Monterrey Campus Toluca, de la carrera de Ciencias de la Comunicación. Completó estudios de Creación Literaria en la Escuela de Escritores del Estado de México (SOGEM). También terminó una maestría en Estudios Humanísticos con especialidad en Literatura, en el Tecnológico de Monterrey. En un plano más relajado, es aficionada a los libros y a la escritura desde corta edad; ha escrito de manera informal cuentos y poesías; con uno de sus primeros cuentos ganó un concurso local del cual obtuvo su primer retribución económica y profesional, siendo ello un significativo incentivo para seguir escribiendo. La Literatura ha sido una válvula de escape para no enfermar de realidad. La fantasía reanima el fulgor de los sueños que soñamos dormidos y que soñamos despiertos…
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