Por Berenice Alamilla.
En esta edición del Guanajuato International Film Festival 2019, se proyectó “To Live to Sing”, un filme del director Johnny Ma, quien nació en China pero vivió desde los diez años en Canadá. El joven director comentó previo al inicio de la función, que conoció a las personas que darían vida a este filme dos años antes de que ésta viera la luz, y que le enseñaron un mundo diferente pero grandioso.
La película narra la historia de Zhao Li, quien administra una pequeña compañía de ópera Sichuan, es decir que representan obras tradicionales; bajo su techo viven y trabajan juntos una serie de personajes de lo más variado, en el que se incluye su sobrina: una joven guapa y llena de talento que no está tan apegada a la ópera como el resto de su familia. La compañía se centra en un teatro desvencijado a las afueras de Chengdu, China. Pero todo se complica cuando reciben la notificación de demolición del teatro. Zhao Li decide ocultarlo de los demás temiendo su reacción, momento en el que decide buscar alternativas para solucionarlo.
Más allá de la demolición física que Zhao Li tiene en ciernes, conforme la película va avanzando es evidente que su “familia” es la que verdaderamente está en juego. Una película que demuestra cómo las tradiciones o se pierden y diluyen con el tiempo, o se ven obligadas a transformarse. Vemos a la protagonista dividirse más de una vez al tener que decidir entre cambiar lo tradicional de su teatro y perderlo al no tener audiencia suficiente, o por otro lado recuperar la atención de los clientes con un espectáculo nuevo e innovador.
La película es un tira y afloja entre la protagonista y su sobrina, pues sin ella es posible que el teatro no tenga posibilidades de subsistir, sin embargo, pedirle que se quede abrirá una brecha entre ellas que probablemente sea imposible de arreglar. Un discurso que habla de cómo la modernidad va consumiendo algunos aspectos culturales sin que nos demos cuenta, siendo ésta un enemigo invisible.
Una de mis partes favoritas de la película es la escena donde la maquinaria irrumpe en otra casa que está siendo demolida a un lado del teatro y el movimiento en pantalla se ralentiza, combinado con una música alegre y brillante, cortesía de Jongho You, Jimin Kim y Reggie Ba-Pe III. Estas escenas de destrucción resultan impresionantes porque destrozan en cuestión de minutos lo que a una familia le ha costado construir toda una vida. Y siento que es aquí donde radica el corazón y alma de lo que el director quiso proyectar. Un paralelismo de la destrucción inminente que tiene pintado el futuro el teatro de Zhao Li y su familia misma, sus tradiciones, su cultura.
Una película agridulce con música increíble que te permite conocer una cultura tan distante de la nuestra, geográficamente, pero cercana en tantos otros sentidos. Sin importar el idioma o el contexto, la historia por sí misma es digna de ser disfrutada.
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