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Por Elizabeth Aguilar Quintana.
El secreto de la paz está en el respeto de los derechos humanos. [1]
En la memoria histórica de muchos países se guarda el recuerdo del genocidio, la tortura, la discriminación, el odio y múltiples violaciones a los Derechos Humanos. Para América hemos logrado la construcción colectiva de un órgano, uno de los más valiosos avances en el hemisferio, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. La Comisión es una de las pocas instituciones de la OEA que cuenta con credibilidad y realmente funciona.
A través de la misma y su Relatoría Especial para la Libertad de Expresión se ha avanzado en temas como la anulación de leyes de amnistía, reformas al fuero militar, el acceso a la información de interés publico entre otras. Sin embargo el éxito de este órgano actualmente está amenazado; se pretende amagar la libertad de acción frente las injusticias en Derechos Humanos, es decir, frenar su acción a capricho de los más poderosos.
La principal amenaza se ha materializado en el informe elaborado por José Miguel Insulza, Secretario General de la OEA, donde se pretende reducir la independencia de la Comisión Interamericana, facultando a la Asamblea General para decidir en el actuar de la misma. Se ha manifestado el deseo de reformar el estatuto de la Comisión, en materia de protección, trámite de casos y unos de los puntos más álgidos los informes de cada país.
El Secretario ha sugerido que cada Estado establezca sus parámetros de inspección en materia de Derechos Humanos, dándoles una prórroga de hasta un año para la publicación de la misma. Este tipo de propuestas se equipara a la posibilidad de darle a un genocida el beneficio de la duda, ¿en realidad fue genocidio? Del mismo modo significaría dejar al aire la muerte de periodistas en la lucha por ejercer su profesión evidenciando la verdad; es decirle a un asesino o secuestrador: tienes 1 año para limpiar evidencia de tus víctimas; ¿dónde quedó la transparencia e imparcialidad? Un Estado totalmente responsable de violación a los Derechos Humanos bajo esa premisa puede maquillar las cifras y mostrarse inocente.
Como Sociedad Civil debemos exigir la vigilancia e imparcialidad en las investigaciones, ya que si se llegase a aprobar el proyecto en la próxima reunión a realizar en Bolivia, ¿la vigilancia de los derechos humanos se someterá a la voluntad de los asesinos o criminales? El fortalecimiento del sistema de Derechos Humanos, ya no es únicamente tarea de los Estados, la gobernanza exige la participación de todos los sectores. Es una tarea difícil pero no imposible, debemos recordar que los pueblos de América designamos nuestros gobernantes y tenemos la responsabilidad de vigilar su trabajo y el actuar de los mismos. No podemos olvidar que la verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio [2].
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