“Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan […]“, Federico García Lorca.
Para algunos la Música es una ciencia por su capacidad acústica de abstracción del sonido, y como entidad propia y abstracta (que no podemos ver ni tocar) es un lenguaje que por consenso general, en todas la culturas y contextos, ha sido considerada como la forma de expresión suprema de las disciplinas artísticas.
Arte con Mayúsculas, que lo mismo pintores, escultores, escritores y poetas, sin dudarlo la colocan en la cima más alta de las manifestaciones del espíritu y la cultura.
El «Arte de las Musas», «una revelación más alta que ninguna filosofía», «el nexo entre el hombre y el cosmos» o la famosa frase «sin música la vida sería un error» entre miles de años de pensamiento desde Pitagoras, hace más de 2500 años, hasta nuestros días en un intento por definir el fenómeno musical como vivencia tal como lo experimentamos.
Es cierto que posee en común con el Teatro, la Danza y en general con las Artes Escénicas, la cualidad efímera de transcurrir en el tiempo presente, a diferencia de las Artes Plásticas que aterrizan su vuelo en la materia y concretando, creando un «producto». Y es precisamente esta característica de existir solo en los momentos en que se ejecuta -de la misma manera el bailar o el actuar- y a pesar de los registros como el disco, el video, el libro y más, que se hace tan valiosa la experiencia musical, porque nos recuerda inevitablemente por su duración, «la brevedad existencial». Asistimos a un concierto o escuchamos un disco y esa experiencia en su contexto dura lo que duran las obras , no más no menos. Como contraparte a esta cualidad efímera y precisamente por ella, creo que no hay otra manifestación artística que logre prolongar cada segundo hasta casi eternizarlo, como lo hace el arte de la Música.
Estoy seguro que todos hemos experimentado una sensación o «certeza» de eternidad al escuchar y vivir la música, a veces en un fragmento o en una canción o pieza entera.
Esta reflexión me remite a algunos Preludios para piano del compositor ruso Alexandr Scriabin que compuso, a modo de haikús por la brevedad de su discurso de una o dos páginas, el dibujar de un discurso sonoro o de una historia completa o la recreación de un ambiente cuyo ánimo, a partir de su lenguaje, nos hace participes en ocasiones en un solo acorde, de la sensación de «eternidad» y, lo que es aun mas enigmático y duradero, nos permite intuir una existencia previa a la obra -como si ya existiera antes de sonar- y otra existencia posterior donde los sonidos continúan aún después de finalizar la obra . Creo que es una de las razones por las que que el vivir y escuchar música, experiencias dentro del transcurrir del Tiempo, sean vivencias tan especiales.
Cuando hablamos de los orígenes de la Música en la historia del hombre, se habla de la resonancia, del eco que descubrió como fenómeno acústico, en valles y cuevas, y también de la observación de los ciclos y ritmos de la vida, especialmente dentro del cuerpo mismo como en el corazón. Es justamente esta resonancia, repetición o eco, que observaron aquellos hombres, lo que hace que la Música no desaparezca después de que se ejecuta y se escucha. De hecho es semejante a lo que sucede dentro de nosotros cuando escuchamos realmente con atención y entendimiento donde los sonidos y los silencios continúan resonando dentro de nosotros, y a veces por mucho tiempo, como el eco dentro de una cueva. De esta manera participa activamente en nuestras vidas todo aquello que escuchamos, nos demos cuenta o no. Estoy seguro que hemos vivido todos algún momento nuestra vida «escuchando interiormente» algún fragmento de melodía o ritmo que nos contagia de un modo determinado o nos infunde de un estado de ánimo específico. Los ideólogos de comportamiento a nivel de masas, los investigadores y creadores de propaganda y movimientos políticos así como estadistas y líderes religiosos lo saben perfectamente y aprovechan estas cualidad de la Música recurrentemente.
Es también esta resonancia que no muere, que germina, que crece y que alimenta nuestro interior la que hace preguntarme por qué es importante lo que escuchamos, sobre lo que escuchamos en determinadas circunstancias y sobre lo que sería ideal escuchar cotidianamente, a modo de alimento, para fortalecernos interiormente. Y no es cuestión de religión, preferencia, gustos y demás, porque resulta que ya era tema de gran importancia, de debate, crítica y discusión para los grandes músicos, científicos y filósofos encabezados por Platón en su época, y es en la actualidad una práctica común de ciertas culturas de la India el escuchar determinados raga (esquemas melódicos de improvisación, basados en una colección dada de notas, generalmente de cinco a siete, y patrones rítmicos característicos) para la mañana o para la tarde dependiendo de cada circunstancia. Esto en la Musica tradicional de la India … Pero de esto platicaremos mas adelante.
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