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Por Elizabeth Aguilar Quintana.
Mi ideal político es el democrático. Cada uno debe ser respetado como persona y nadie debe ser divinizado. [1]
La fiesta por la democracia culminó, el juego de la silla se ha completado, en las casillas giraron y giraron a su al rededor los diferentes candidatos; la música del 1 de julio dejó de sonar y finalmente un hombre ha quedado. El futuro de México, ¿ha quedado en manos de un solo hombre?
Probablemente, el resultado para algunos no merece festejo, pero para otros es solo el comienzo; la verdadera fiesta y el verdadero elogio lo merecen los ciudadanos, los que salieron, se expresaron, se organizaron y manifestaron su voluntad. Un aplauso para todos aquellos que determinaron que el participar era más importante que cualquier otra cosa, que pese a lluvia se presentaron y abarrotaron los módulos electorales, de 77,738,494 ciudadanos en la lista nominal el 63.14% participó, un récord en la historia mexicana.
Los ganadores somos los mexicanos; finalmente se empleó a nuestro próximo representante y administrador. Si bien en una democracia no existe la unanimidad, si existe la participación. La democracia la constituyen las diferentes posturas, la voz de 49,084,085.11 no son la mayoría pero si el grueso de la población que consideró importante participar.
Sin embargo la decisión se tomó y lo único que podemos pedir es se respete la determinación de los ciudadanos, de las posturas, las ideologías y el pensar del pueblo mexicano, “el respeto al derecho ajeno es la paz”. La revolución no implica la violencia ni la toma de las calles, la revolución y el cambio la hacemos todos los mexicanos, todos aquellos que ponemos esmero en nuestras actividades diarias, que velamos por el futuro de nuestras generaciones, la revolución es la transformación en la educación y la lucha diaria contra la corrupción a manos de cada uno de nosotros.
Efectivamente fue la convicción la que llevó a cada quien a votar por su candidato, misma que debemos respetar; el camino no termina aquí, vine la supervisión, la rendición de cuentas, como trabajador cada cierto tiempo tu empleador te evalúa y como el funcionario público que ahora es el electo, debemos evaluarlo, supervisarlo y exigir el cumplimiento de las promesas.
Debemos exigir respeto, respeto por nuestras decisiones y pensamiento, respeto por nuestro trabajo, por nuestro tiempo; los ganadores siempre seremos los mexicanos, y el valor del triunfo lo demostraremos lo jóvenes, con un cambio verdadero, con un cambio de actitud, con trabajo y esfuerzo continuo, con interés y escrutinio de nuestros empleados, a decir los funcionarios.
[1] Albert Einstein (1879-1955) Científico alemán nacionalizado estadounidense.
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