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Por Aranzazú Martínez Galeana.
Con un 2011 turbulento y lleno de cambios la región conocida como MENA (Middle East and North Africa, por sus siglas en inglés) nunca volverá a ser la misma. Localizada en una de las regiones más conflictivas y tensas de la arena internacional, el Medio Oriente y el Norte de África dieron la sorpresa al probar que lo aparentemente estático e inderrocable no lo era más. La sociedad civil que había vivido a la sombra de regímenes autoritarios decidió despertar y al hacerlo lo hizo la región en general, con excepciones destacables como Irán. El vivir años bajo un gobierno represor, violento y errático provocó que el mínimo movimiento en las piezas desembocara en una transformación del panorama regional que eventualmente repercutiría en cada rincón del globo al tomar lo ocurrido en Medio Oriente y el ,orte de África como un ejemplo de que el poder no reside en los gobernantes, sino en el pueblo, por más trillada que sea esta frase.
El 2011 fue un año de agitación y levantamientos populares nunca antes vistos, sin embargo, las demandas que clamaban no eran nada nuevo. La limitada libertad de expresión, el temor constante de vivir bajo un estado represor, la poca transparencia y rendición de cuentas del gobierno en turno, así como la corrupción imperante en todas las esferas de la sociedad aunada a una situación laboral por demás desalentador, generó una conciencia social que llevaría a que las quejas que antes únicamente eran hechas en voz baja y en los círculos privados fueran gritadas a voces. La rápida e inesperada caída del presidente de Túnez, Zin el Abidín ben Alí, y después el derrocamiento del presidente egipcio Hosni Mubarak, alentó a los miles de inconformes a mantener la esperanza; Libia le siguió a sus predecesores al ponerle fin a los 42 años de gobierno de Muamar al Gadafi mientras que Yemen y Siria luchaban desesperadamente por continuar gobernando pese a una inflamada y ya incontenible población. Bahrein optó por la represión y un uso desmedido de la fuerza como respuesta al clamor social, aunque para finales de ese año se comprometió a iniciar las reformas políticas demandadas, así como las peticiones hechas en materia de derechos humanos. En estados como Argelia, Marruecos y Jordania los gobernantes que recién iniciaban su mandato, sagazmente decidieron ceder permitir mayor participación popular e iniciar las reformas buscadas por la población. Un escenario distinto se suscitó en países ricos en petróleo y gas como Arabia Saudita y otros estados del Golfo Pérsico, donde se utilizaron sus reservas económicas para tratar una, de atender las demandas sociales y dos, mejorar las relaciones álgidas entre el gobierno-pueblo. Irán por su parte, mantuvo su aislamiento e incluso lo ensanchó al mostrar una faceta aún más intolerante y opresiva hacia su disidencia doméstica donde la persecución a defensores de derechos humanos, activistas y minorías fue la regla más que la excepción (sólo China llevó a cabo más ejecuciones que este país islámico)
Aparte de lo ya mencionado, persistieron diversas violaciones sistemáticas a los derechos humanos a nivel regional. Las detenciones arbitrarias, la tortura y malos tratos así como las desapariciones forzadas, homicidios ilegítimos continuaron apareciendo una y otra vez en el acontecer nacional. Por ejemplo, en Egipto el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas cedió ante las manifestaciones y disolvió el Departamento de Investigaciones de la Seguridad del Estado, célebre por las torturas cometidas durante el gobierno de Mubarak, sin embargo la tortura continuó. La discriminación étnica, religiosa, por género y sexual se mantuvo. En Kuwait la lucha social de los bidún (apátridas) para exigir su reconocimiento como ciudadanos continuó, mientras que en Siria el choque entre grupos de distintos credos se acentúo; Egipto no fue la excepción con su ya arraigada división con los coptos. Finalmente el reporte de Amnistía cerró con un breve apartado sobre las condiciones vulnerables en las que viven miles de migrantes en la región, señalando que la peor parte se la llevan las trabajadoras domésticas al ser víctimas de discriminación tanto por su género como por su condición de migrantes y extranjeras.
El Informe Anual de AI brindó una valiosísima monografía de la situación de los DDHH a nivel mundial poniendo en perspectiva el avance que se ha tenido en esta materia, así como cuestionando qué tan reales son en un mundo donde parecen ser más ficticios que tangibles para miles.
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